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Don Ramón María del Valle Inclán estuvo solo un día en Mallorca y visitó las cuevas del Drach, cuando le preguntaron qué le parecieron dijo: «puezzss una cueva, azzi zon laz cuevas» (Valle hablaba con la ‘z’ pese a ser galaico y casi marqués de Bradomín). De los viajes isleños de Unamuno, Azorín y Rubén Darío sabemos mucho, también de la estancia de la mujer de Juan Ramón Jiménez gracias a las cartas que le escribió al poeta y a su familia desde Mallorca (1922) y que se publicaron en Epistolario de Zenobia II y en Monumento al Amor (ed. Residencia de Estudiantes). El mismo Juan Ramón Jiménez y Pablo Picasso estuvieron a punto de irse a vivir a nuestra Isla, pero esta operación, dirigida por Cela, no tuvo éxito porque Picasso fue presionado por el Partido Comunista para que no volviera a España y Zenobia murió de cáncer. Pero poco sabíamos de la presencia de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) por sa Roqueta. En marzo de 1931 se celebró en Mallorca la Semana de la Sabiduría que presidida por el conde ruso Keyserling (director de la Sociedad para la Filosofía Libre), organizada por Joan Estelrich y pagada por Cambó, se celebró en el hotel Formentor, estamos en marzo de 1931. A la misma tenía que ir Ortega y Gasset pero justo cuando iba a dar el plácet a su viaje mallorquín se peleó periodísticamente con el político nacionalista catalán Cambó, que mandaba mucho en España y organizaba pecuniariamente el evento formentoriano; decidió no ir a Mallorca y convencer de ello a su amigo Pérez de Ayala. Sí acudió a tan sapiencial semana uno de los escritores más geniales que hemos tenido, Ramón Gómez de la Serna.

En aquellas jornadas los pensadores, además de tomar ampollas de ginebra en el bar del hotel Formentor, tenían barra libre y todos los gastos pagados. Antes de ir a Balears, en Madrid, ya iba diciendo Ramón, que iba a Formentera (no a Formentor), luego ya en la Semana de la Sabiduría –en la que se discutió sobre humanismo, nacionalismo y surrealismo (se habló mucho de Dalí), feminismo e intelectualismo– Ramón hizo de la suyas y dio la nota. A su vuelta a Madrid un periodista le preguntó «Ramón, ¿muchas greguería en Formentor?, a lo que el escritor respondió «No muy pocas, ahora cazo mariposas; abundan más…». Una gregueria era una metáfora del humor o aforismo que se inventaba Ramón. Sus vivencias mallorquinas están levemente retratadas en su libro Automoribundia y en Retratos contemporáneos, y especialmente en un artículo que hemos encontrado en la revista Crisol (abril 1931) en el que Ramón escribe maravillas como: «Después de diez horas de mar se ve amanecer Palma, empapada de un primer sol lleno de canela prístina, su catedral, como bizcochada especial hecha para absorber ese sol integérrimo». Sobre la ensaimada señala que su secreto está en la ternura y porosidad de la Isla. Le gustaron mucho los patios de Palma «con sus arcos bonancibles». Añade que se fue de Mallorca «con todos los problemas remontados». En esa Semana de la Sabiduría, Gabriel Alomar expuso sus teorías sobre futurismo.