Hoy, voy a contarles una triste historia. Imagínense una pequeña caja en la que unos cuantos depositaban sus ahorros y sus esperanzas que otros pocos manipulaban sin pudor y con descaro, manoseando los dividendos y ofreciendo duros a cuatro pesetas hasta que la pobre quedó tan irreconocible que no tuvo más remedio que asociarse con otras cajas que también habían sido vejadas de igual modo, para formar una unión que en teoría debía darles más fuerza y que sin embargo fue su definitiva perdición, ya que muy pronto se vieron perdidas y desamparadas cuando se dieron cuenta de que sus miserias juntas no hacían más que resultar más miserables aún, y quienes decían protegerlas solo querían de ellas las mismas perversiones de siempre. En ese momento, quienes pastoreaban a las cajas decidieron quitarles sus sucias y raídas ropas y vestirlas de brillantes colores que sin embargo seguían sin ser capaces de ocultar sus esqueléticas y demacradas condiciones, por lo que al final a lo único que podían aspirar era a ser carne para el lobo, que disfrazándose (una vez más) de eterno salvador, se dedicó a devorar con fruición los pocos restos útiles y apetecibles que quedaban de aquellas pobres cajas que antaño habían sido jóvenes y lozanas de mejillas sonrosadas. ¿Les ha dado lástima, o les ha parecido que el trato a la primigenia caja ha sido injusto? Pues entonces, piensen en ello a nivel de usuario, y luego me cuentan dónde está la auténtica obscenidad.
Obscenidad bancaria
Palma05/11/21 3:59
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