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La Historia nos dice que nada es eterno y que los cambios en los movimientos económicos y sociales son como un volcán: a veces parecen dormidos, a veces se mueven con más o menos lentitud y, a veces, explotan de mala manera

Tras la mega catástrofe de la Segunda Guerra mundial, Europa se reinventó sobre diversos pactos que ayudaran a superar los errores del pasado. Uno de ellos fue el de establecer un cordón sanitario sobre todo lo que oliera a nazismo.

En este marco, Europa pivotó, en términos generales, entre las opciones socialdemócratas y opciones conservadoras de carácter moderado que, en su época, parecía que iban a ser eternas.

Pero no ha sido así, claro, el devenir de la Historia ha ido cambiando y, desgraciadamente para los progresistas, no lo está hacienda en la buena dirección.

El nacismo puro y duro está organizado en España, en Alemania y muchos países y lo que se denomina la extrema derecha (que no es más que otra manera edulcorada de pisotear los valores democráticos) es, ahora mismo, la fuerza política que, sin ser mayoritaria, está creciendo más fuerte en casi toda Europa).

Quizás nos iría mejor si los demócratas, a la hora de tomar posiciones sobre la situacion política, tuviéramos muy en cuento estas cosas