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En el periodo comprendido entre 2010 y 2011, millones de árabes salieron a las calles en protesta por la situación política y social de esos países. Diez años después, poco o casi nada ha cambiado, peor aún: algunos países están en peor situación. A ese periodo de las protestas se le llamó la Primera Árabe. En pocos meses se produjeron cuatro golpes de Estado en el continente africano. Por utilizar la metáfora de la transitoriedad de la vida y de la preparación hacia ese futuro incierto que se avecina, ¿estamos ante el otoño africano?

Sudán fue el mes pasado escenario de un golpe de Estado tras semanas de graves incidentes entre civiles y militares. El país que viene arrastrando una pandemia que se le escapa de las manos, una inflación que supera el 60 %, problemas políticos derivados de la delimitación de unos territorios ricos en petróleo y sin tener resuelto la independencia de Sudán del sur. Sudán es un país rico en recursos como el oro, pero con una realidad política interna muy frágil. La agrupación civil más influyente del país, la asociación de profesionales sudaneses, ha pedido que se ocupen las calles para rechazar este nuevo golpe de Estado.

Guinea, segundo exportador mundial de Bauxita, mineral que sirve para extraer aluminio, también es productor de oro y cobre. Toda esta riqueza no llegaba al pueblo y tras años de crisis política interna, Guinea sufrió un golpe de Estado el mes pasado. Esta vez, la asonada fue provocada por la decisión del entonces presidente Alpha Condé de presentarse a un tercer mandato en las elecciones bajo denuncias de fraude por parte de la oposición.

El tercer país con inestabilidad interna en el continente africano es el Chad, un país rico en recursos naturales como el petróleo y el uranio. También sirve a Europa como Ejército de lucha contra el yihadismo en varios frentes: tiene presencia en Níger, Mali y República Centroafricana. Pero al igual que los anteriores ejemplos, la riqueza económica de Chad no llega al pueblo y, tras años de desigualdad, pobreza y corrupción, llegó la explosión. El 11 de abril, los chadianos acudían a votar para un posible sexto mandato de Idriss Déby. Entonces, el Ejército opositor FACT (Frente por la alternancia y la concordia) atravesó la frontera y lanzó una ofensiva que acabó con la vida del presidente.

El golpe de Estado que más eco ha tenido en Europa fue el perpetrado en Mali por Assimi Goita. La economía de Mali depende principalmente de la explotación agrícola; es uno de los diez países más pobres del mundo. Después de dirigir la asonada en agosto del año pasado, Goita se deshizo ese año de los líderes civiles del consejo de transición, se declaró a sí mismo presidente interino y prometió una nueva constitución. Las protestas en las calles de Bamako actualmente apoyan al golpista Assimi y rechazan la injerencia de Francia en el país.

El resfriado en un otoño africano puede provocar más de un estornudo en Europa. Una de las primeras consecuencias de estos hechos es la posibilidad de contagio en países limítrofes, como es el caso de Túnez o Argelia, que no pasan por su mejor momento.