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Pronto, nuestros gobernantes, con la remisión de la pandemia, dejarán de estipular la distancia a la que podemos estar los unos de los otros, si es que no ha sucedido ya, y salvo que circulemos en vehículos motorizados, para los que se seguirá manteniendo la distancia de seguridad obligatoria, la gente podrá colocarse donde le dé la gana, y amontonarse cuanto se le antoje (una cosa que le gusta mucho a la gente), al convertirse de nuevo la distancia social en un asunto de libre albedrío, con los problemas que ello conlleva.

No sólo porque las personas, por sí mismas, casi nunca saben guardar las formas y las distancias, sino porque todos los conflictos humanos, sociales o privados, son casi siempre una cuestión de distancias. Y no sólo los conflictos. Todo es cuestión de distancias, incluso las ideas, porque las cosas no se ven igual de cerca que de lejos, y la misma cosa se vuelve muy distinta en función de la distancia, como llevan siglos explicando los físicos.

Nos encanta un hermoso cielo estrellado porque está a mucha distancia; de cerca es un horror, un caos letal y sin sentido. Así pues, encontrar la distancia exacta es la clave para todos los conflictos, incluido el catalán. No hay nada que no se pueda resolver distanciándose; si tampoco se resuelve, es que no nos hemos distanciado suficiente.

La distancia también explica la mayoría de enigmas. ¿Cómo es que habiendo tantísimas civilizaciones extraterrestres, todavía no conocemos ninguna? Por la distancia. ¿Por qué políticos que parecían sensatos la cagan así? Distancia también. Por un lado se acercan demasiado (les vemos a diario), por otro se distancian del mundo. Un desastre. Encontrar la distancia, como en el boxeo, es fundamental entre personas, grupos y naciones; no es asunto que se pueda dejar al libre capricho de cualquiera, aunque no haya pandemia.

¿Y qué distancia es esa? La distancia del erizo, que hasta para aparearse debe coger la distancia o está jodido. Los dos están jodidos. Que cada cual calcule su distancia del erizo respecto a lo que sea o quien sea, porque ya no lo va a decir el Gobierno. Pongan siempre la distancia adecuada, que a veces es Marte o Urano. Fantástico, un erizo marciano.