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Son muchos los pintores que se han extasiado en Balears. Desde Santiago Rusiñol a Joaquín Mir o Anglada Camarasa, la lista es interminable entre los que conocemos, los estabulados y los que han cuajado históricamente. Pero hay otra lista incógnita, debajo de la alfombra, también interminable, pendiente de encontrar, valorar, estudiar e incluir, siquiera tangencialmente, en nuestra historia del arte. Por ejemplo, ¿qué hizo en Menorca sir Joshua Reynolds, el gran pintor británico del siglo XVIII? ¿o Diego Rivera que estuvo dando tumbos por Cala Sant Vicenç...?

Hoy vamos a rescatar uno de esos casos perdidos en el laberinto de nuestro pasado, el de un artista alemán con estilo propio, de trazo desconcertante y mundología propia que nos dejó unos dibujos (los que han sobrevivido a la II Guerra Mundial) y una visión de Mallorca no a color sino ciertamente inquietante.

El padre de Cornelius Gurlitt, Hildebrand, se llevaba muy bien con los nazis, parece ser que le caía en gracia a Joseph Goebbels, hasta el punto que consiguió reunir una impresionante colección de miles de obras de arte en su mayoría expoliadas. En 2012, la policía alemana encontró en Múnich 1.406 de estas piezas, en la casa de su hijo que vivía con un potente síndrome de Diógenes y como un pordiosero: obras de Henri Matisse, Marc Chagall, Otto Dix, Picasso, Paul Klee, Emil Nolde, Edvard Munch… muchas de la época dorada del expresionismo alemán: en definitiva pertenecientes a lo que los nazis llamaron arte ‘degenerado’ y que descolgaron de los museos teutones o robaron a los marchantes y coleccionistas mayormente judíos.

Una de estas obras que llegó a manos de los Gurlitt fue una bonita acuarela de Bernhard Kretzschmar titulada La calle del tranvía. Kretzschmar (1889-1972) fue uno de los grandes pintores vanguardistas, tuvo su estudio en Dresde, parte de su obra fue destruida durante el nacionalsocialismo, pero hete aquí que Ultima Hora ha localizado en la impresionante biblioteca digital de la Bildindex der Kunst & Architektur (Dresde) tres dibujos a lápiz que han sobrevivido (los tiene un coleccionista de Dresde cuyo nombre no se nos permite desvelar) y que Kretzschmar esbozó en Palma. En dos ellos aparece el puerto pesquero palmesano con sus velas y su caserío en lontananza. Hay otro en el que vemos a tres sacerdotes con su indumentaria sobre un fondo urbano palmesano algo tenebroso. Un cuarto dibujo no está en Dresde sino en una casa de subastas y en el mismo aparecen nuestros mestres d’aixa.

Los dibujos son de 1913, poco antes de la Primera Guerra Mundial, temporada en la que este pintor alemán viajó por Francia, Italia y por Mallorca, tras estudiar en la Academia de Arte de Dresde. Casi todos los dibujos que hizo de nuestra Isla se han evaporado, no así la fama y renombre de este estupendo y muy inquieto artista, desconocido entre nosotros, pero cuya relevancia crece con el paso de los años. Añadir que lo que queda de su variada obra ha sido concentrado y reconocido en varias exposiciones antológicas, estatales, en su país, Alemania.