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A los más veteranos les sonará a película de romanos y a los más jóvenes, tal vez a desesperación. Sí, lo imposible ha llegado y con ello, el fin del mundo. No se trata de pandemias ni de volcanes ni de zarandajas semejantes, sino de una caída en el sistema que tuvo inmovilizadas a las principales redes sociales durante unas horitas el otro día y de lo cual se ha hablado (y se habla) muchas horas más…

Y, sin embargo, de lo que no se habla es del aumento exponencial de visitas que tuvieron mientras tanto las páginas para adultos de la red, que por lo visto no se cayeron en ningún momento. Y digo ‘por lo visto’ porque durante ese tiempo en el que efectivamente me di cuenta de que las redes sociales estaban atascadas, tampoco me dediqué a navegar por la red en busca de otras cosas que calmasen mi ansiedad porque, por supuesto, los marranos y degenerados como quien esto escribe hacemos semejantes indecencias a todas horas y en todos momentos…

Pero no deja de resultar curioso el hecho de que cuando el diablo no sepa qué hacer, mate moscas con el rabo; es decir, que cuando la gente no puede estar diciendo tonterías inconsistentes en lugares donde apenas les van a hacer caso algunos que son como él, se dedique a visitar oscuros y depravados infiernos para calmar sus ansiedades de otra manera.

Por tanto, y visto lo visto, ¿no habría sido mejor dedicar esas horas a cosas más reales y menos virtuales, ya que estábamos? Lo digo por dar ideas y recordar aquello de que hay vida (y muy interesante) más allá de las pantallas.