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Joe Biden afirmó que, después de veinte años en Afganistán, EEUU dejaba allí un Gobierno sólido y democrático, con uno de los Ejércitos mejor preparados de Oriente Medio. «Hemos cumplido y nos vamos tranquilos», dijo.

Más cinismo y prepotencia es imposible, sobre todo, recordando las escenas de pánico sucedidas en el aeropuerto de Kabul en el rescate de los ciudadanos que querían salir del país. Fueron unas imágenes igual de vergonzosas que las registradas el 30 de abril de 1975 en la evacuación de la embajada de EEUU en Saigón.

Afganistán fue un error como lo fue Vietnam. Fue una tragedia de dimensiones colosales para el imperialismo yanki y la OTAN. Y la huida de Kabul fue una humillante espantada sin precedentes.

La principal consecuencia de todo ello es el desprestigio del Tío Sam y sus aliados como representantes del ideal democrático y liberal. A ello cabe añadir las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, diciendo que EEUU abre la posibilidad de reconocer el Gobierno de los talibanes si «defiende los derechos humanos y rechaza el terrorismo».

También mencionó que EEUU y la comunidad internacional trabajan para determinar a quién van a reconocer como líder en Afganistán. Y eso cuando hace poco los talibanes eran considerados los enemigos de la humanidad.