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Aun sabiendo cómo va el panorama de instrucción y cultura básicas en nuestra sociedad, no deja de sorprender la incapacidad que tiene mucha gente para entender un simple mensaje.

Trabajando hace tiempo de profesor con preuniversitarios ya me escandalizaba entonces cómo una mayoría de alumnos tenía serias dificultades para entender un simple texto periodístico. Cuando se trataba de resumir o comentar un artículo de prensa, por ejemplo, más del sesenta por ciento de alumnos manifestaban en sus escritos no haber entendido nada de lo que habían leído. Les era imposible ver la manera cómo se estructuraban los textos y del modo cómo cada uno de sus párrafos conectaba con los siguientes para coordinarse de cara a la expresión organizada de un contenido.

Estas dificultades de comprensión se fueron haciendo cada vez más acusadas a medida que pasaba el tiempo. Las nefastas reformas educativas y el predominio de los nuevos medios comunicativos a través de móviles, internet y demás no han hecho más que agravar esta situación que podríamos considerar de un cierto analfabetismo general, el que no provocará en el futuro más que confusión y dificultades de comunicación real entre las gentes.

Y originará además la facilidad de manipulación comercial, social y política por parte de quienes conociendo esta situación lastimosa sacarán su provecho. Un pueblo con mayoría de ciudadanos torpes, idiotizados e incapaces de entendimiento y actitudes críticas está condenado a ser engañado y va directo al fracaso, algo que sin duda los manipuladores quieren y pretenden.

Con unos receptores de mensajes que no saben entender ni expresarse, el caos está asegurado. Y lo está también, sobre todo, lo que llamamos democracia en el mundo occidental.

No importa decir, por lo tanto, que en esta situación actual es difícil y peligroso escribir valiéndose de la ironía. Si no se capta un mensaje linealmente expresado con claridad y del modo más simple, ¿Cómo se podrá ser capaz de leer entre líneas, entender lo que se sugiere veladamente o entender el sentido irónico de un texto?

Si no alcanzamos a formar debidamente a las personas y seguimos tal y como actualmente ocurre, los que escribimos nos veremos forzados a ser tan elementalmente simples que nuestros escritos parecerán destinados a párvulos. Todo recurso literario tendrá que ser rechazado, sobre todo si es de orden sintáctico o semántico.

Por mucho que descaradamente exagerara la ironía en el último de mis escritos sobre la COVID-19 aparecido en este diario de Ultima Hora (17 de septiembre de 2021) y viendo ciertas reacciones al mismo que evidencian que no se entendió nada de nada de lo que exponía, he comprendido que a partir de ahora tendré que rectificar en algunos de mis modos de expresión.

Es una pena que a uno no lo entiendan. Pero además es peligroso. Es peligroso que un texto se malinterprete por los efectos negativos que pueda ocasionar en algunos lectores. Pero también lo es para el escritor, al que se le puedan atribuir opiniones que no solo no son las suyas sino sus opuestas.

En fin, que sin duda ¡la cultura en nuestra sociedad es extraordinariamente rica y profunda! ¿Se entiende esta última ironía? ¡Ay, Dios mío!