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La Transición integró como elemento moral de cohesión la lucha contra ETA. Pero pronto se dejó de hablar de sus crímenes, ante uno de ellos se cerraban los balcones, se ocultaban los funerales o se negaban, mientras los curas daban refugio a los verdugos. Los nacionalistas y buena parte de la izquierda, cayeron en la miseria moral de mirar para otro lado cuando no de justificar los asesinatos. Sin ese apoyo social, la banda no podría haber subsistido con la democracia.

Más tarde despertaron parte de ellos y se asentó la idea de que el totalitarismo de ETA ponía en peligro nuestra joven democracia. Las víctimas pasaron a ser el símbolo del sufrimiento de toda la sociedad. El empeño de Zapatero en pasar a la historia como el pacificador hizo que se abriera un proceso de paz y se evitara su derrota y, con ello, las víctimas sufrieron la doctrina Parot y ver al carnicero De Juana Chaos pasearse por las calles.

Con Sánchez, Bildu se ha incorporado al bloque que da soporte al Gobierno y, en consecuencia, ha sido necesaria la degradación moral de humillar a las víctimas. Con la misma vileza de aquellos que contemporizaron con ETA, el Ejecutivo se ha sumado al relato elaborado por Bildu, que se hace oficial en los medios públicos. Se difunde la idea de una guerra entre un bando que luchaba por la libertad de su pueblo, al que se inviste de romanticismo y épica, victimizado por la represión del otro, el Estado español, brutal y perverso. Así, hoy, los presos son las víctimas que la justicia española encarceló por haber sido unos verdaderos gudaris.

De nuevo los mismos partidos de otrora vuelven a ser cómplices morales de la banda y permiten que los medios públicos vascos sean meros servidores del relato de Sortu, que genera odio y da culto a la violencia. La ley de Memoria democrática sancionará cualquier comentario benévolo con el franquismo de hace ochenta años, mientras los asesinos de ETA, tan próximos, al salir de la prisión, seguirán siendo homenajeados en aquelarres proetarras. De la humillación a las víctimas, la Justicia dice que solo es manifestación de alegría. Del gran homenaje preparado a Parot, asesino de 39 inocentes y condenado a 4.799 años de cárcel, libertad de expresión.