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Los ciudadanos de Balears debemos deshacer un lamentable entuerto, motivado por nuestra secular dureza de oído. Cuando, en plena campaña electoral, Pedro Sánchez nos prometió –ante una entregada Francina Armengol – impulsar el régimen especial, no se estaba refiriendo al periclitado e insolidario REB, sino al REM, es decir, el Régimen Especial de la Moncloa, también denominado Régimen Especial Mesetario. Este ingenioso sistema financiero, prodigio intelectual de María Jesús Montero , consiste en que, cada vez que el Estado precisa fondos para costear nuevas líneas de AVE, campañas proveganas del ministro Garzón , o incluso aumentar el número de sufridos asesores socialistas, tira de la solidaridad de los baleares, que, como el valor en la mili, se nos supone, por lo que resulta innecesario pedirnos permiso para meter mano en nuestros bolsillos. 209 millones menos, qué más dan. Somos así de rumbosos.

No me digan que no es gozoso contribuir a las infraestructuras de La Mancha, de Extremadura y hasta de Catalunya. La verdad es que aquí nos sobra la pasta, y lo mismo proyectamos un tranvía, que mantenemos nuestras ciudades sin mácula ni grafiti alguno, con el suelto que tenemos en caja. Además, el Estado es tan espléndido con nosotros que hasta tiene pensado invertir –aún más– en el aeropuerto de Palma, sin ni siquiera aceptar nuestra ayuda para gestionarlo. Son de buenos…

u Mientras tanto, la presidenta Armengol, aconsejada por sus ergonomistas de cabecera, se dispone a sustituir la butaca de su despacho por un piadoso y apropiado reclinatorio, dada su postura habitual cuando negocia con Sánchez o cualquier otro miembro del Gobierno. Se trata de evitar que, de tanto ponerse de rodillas, acabe teniéndolas más perjudicadas que las de un embaldosador.

uDudando de forma sorprendente de la palabra del presidente, el PP balear –que solo ha gobernado aquí 24 años– promete que, esta vez sí, el REB será una realidad en cuantito ellos gobiernen. Sin entrar a anticipar complicados cálculos electorales, la probabilidad de que cualquier partido de ámbito nacional nos arregle el desaguisado –tras casi 40 años de autonomía mal financiada– tiende a cero.

uNi PP ni PSOE quieren líderes autonómicos que conozcan otra vida que la del partido, ni mucho menos que tengan un trabajo o una profesión que no dependa del secretario general de turno. Por eso caía mal en Madrid Biel Company , pues, llegado el caso, probablemente él sí hubiera alzado la voz, lo que se consideraba en Génova 13 como un claro desacato nacionalista cercano a la sedición.

Repasen mentalmente cuántos cargos socialistas o populares actuales no son sino auténticos funcionarios de sus respectivos partidos, canteranos criados en el kindergarten de sus juventudes, donde se doman voluntades y se moldean liderazgos a mayor gloria del bipartidismo.

uLa Abogacía del Gobierno –mal llamada del Estado–, ahondando en su bien ganado desprestigio, dice que eso de la insularidad es una memez y que la Constitución nada dice de que las Baleares sean realmente islas. Tiene razón, como la fiel colonia que somos, la Carta Magna no nos menciona al hablar de financiación. Así que, como no existimos, no podemos ser islas, ni mucho menos invocarlo en Madrid como tristes plañideras.