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A la espera de una nueva ola que nos borre la sonrisa, las noticias nos recuerdan que siempre sale cruz cuando algunos tiran la moneda al aire. Así, los recurrentes fenómenos naturales típicos de La Española, la isla caribeña que acoge a la República Dominicana y a Haití, se ceban en la parte pobre y acarician la zona rica. Separados por una frontera política más que geográfica, su verdadera división viene dada por la situación económica: la miseria haitiana frente a la bonanza dominicana. Surgidos de un mismo pasado, las diferentes colonizaciones que sufrieron han desembocado en futuros completamente distintos.

La mano del hombre blanco, perversa y avara en demasiadas ocasiones, ha contribuido a marcar sus destinos aunque la decisión final es incontrolable como vemos al otro lado del mapa, donde los afganos se debaten entre la sumisión o la muerte. Abandonados por los occidentales que debíamos salvarles del mal, Afganistán retrocede hasta la casilla de salida poniendo su futuro en manos de fanáticos religiosos.

Y como ocurre siempre en este tipo de situaciones, cuando se tira la moneda al aire sale cruz para los más débiles. Y en este caso, la debilidad tiene nombre de mujer. Sin embargo, centrar el foco solo en ellas sería cometer un error garrafal. La libertad, también fémina, no conoce sexos ni religiones ni razas. La justicia y la igualdad no es cuestión de género sino de personas, de todas las personas. No caigamos en la trampa impuesta por el fanatismo y reivindiquemos un futuro que devuelva la esperanza a toda la población afgana.