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Siempre he pensado que la vida es como una atracción de un parque temático. Te subes inconsciente a ella sin avistar el peligro. Todo parece fascinante y sencillo. Bajas aturdido y decides no volver a subir mientras tratas de recuperarte de la fuerte emoción. Transcurrido un tiempo decides subir de nuevo a ella puesto que el olvido de aquello que no te gustó o dañó queda anulado en nuestra memoria. Cuanto más conoces y repites las cosas terminan por salir bien y les aseguro que siempre se sale airoso de toda situación porque cuanto más clara tienes la realidad, te creas la no realidad y entonces ves la vida desde esa maravillosa óptica donde todo es absolutamente mágico.

El mundo del cine, la vida del artista, del poeta o del escritor siempre suelen crearnos mundos paralelos que parecen inexistentes y, sin embargo, pueden crearse, porque todos ellos decidieron observar todo lo que les rodea con esas gafas de aumento dotadas de ese filtro que solo algunos privilegiados pueden ver. Ningún gran artista ve jamás las cosas tal como son realmente, si lo hiciera, dejaría de ser artista. Llega un momento en el cual las cosas ya no duelen con la intensidad de antaño, todo se relativiza con los años. Uno crece y ve cómo las cosas a su alrededor se empequeñecen. Es cuando se disfruta verdaderamente de regresar al parque de atracciones y se disfruta plenamente de aquellas subidas, bajadas y de los giros inesperados, porque ahora sabes que todo está diseñado con precisión y creado para disfrutar, lo bueno y lo malo, porque todo hará de nosotros la persona en la que nos hemos convertido.

Somos unos privilegiados, lo tendremos todo siempre que estemos dispuestos a crearlo y hacerlo realidad, aunque sea partiendo de la mismísima irrealidad. No olviden que la contradicción es siempre sinónimo de inteligencia. Hoy es blanco pero mañana podría ser de cualquier otro color, incluso su favorito. Me complace compartir con ustedes que el viernes cumpliré medio siglo, 50 años de vida, emociones, tristezas, pérdidas, alegrías y logros. Todo ello han hecho de mí hoy quien soy y no puedo sentirme más afortunada. Me quedo siempre con lo bueno, intentaré dar siempre lo mejor y sí, soy una gran fan de los parques temáticos porque he aprendido a subir a las atracciones y a cerrar los ojos para repetirme en silencio que todo lo que me sucedió y suceda no es más que un auténtico e irrepetible viaje lleno de emociones porque ya nunca me desprenderé de las gafas de aumento con cristal color de rosa que la misma vida me ha regalado.