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Hace décadas, cuando un español viajaba a Estados Unidos o al Reino Unido, también a París o a Berlín, se asombraba del hecho de que todas las personas que te atendían eran de cualquier raza excepto blancos, algo que en España resultaba la mar de exótico. Ahora ya tenemos millones de inmigrantes y nacionales de todas las razas que ocupan toda clase de puestos de trabajo y no nos sorprende. En cuanto un país del primer mundo despega hacia el ámbito del progreso y la riqueza, sus naturales dejan determinados oficios y requieren mano de obra de otros lugares para cubrir esos puestos más fatigosos, sucios o sacrificados. Hace sesenta años, los que emigrábamos a Alemania o a Suiza a limpiar casas, conducir camiones y ejercer como camareros éramos los españoles. Ahora nos hemos vuelto muy señores y preferimos que estas tareas las realicen personas de países más pobres. Lo que no esperaban en el Reino Unido es que su decisión de escapar de la Unión Europea y fundar una especie de Estado autárquico tuviera una consecuencia curiosa: les falta mano de obra. A pesar de estar abiertos a la inmigración de personas procedentes de sus antiguas colonias durante décadas, la integración de estas como ciudadanos británicos provoca que se necesiten más brazos en sectores como la restauración, la hostelería, el transporte y la construcción. Los british, que son muy señores de toda la vida, no querían que el país se les llenara de personas de las áreas pobres de Europa, especialmente desde que la UE se abrió a los antiguos países satélites de la Unión Soviética. El miedo les llevó a dar el aldabonazo y ahora lo que les pasa es que no cubren los puestos de trabajo que crean. Es decir, están en riesgo de colapsar en algunos sectores económicos por falta de personal. ¿La sorpresa inesperada? Los empresarios se ven forzados a subir salarios para tentar a los empleados que ocupan otro puesto de trabajo a que se cambien de empresa. No en vano hay casi un millón de ofertas sin cubrir en este momento y muchos de los extranjeros que se instalaron allí atraídos por una libra fuerte han abandonado el país al desplomarse la divisa a consecuencia del ‘Brexit’. Las trabas a la libertad de movimientos tienen estas pegas. ¿No querían ser libres? Pues ahí tienen: libres para empobrecerse.