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Un Consejo de Ministros eminentemente económico ha proporcionado informaciones importantes para calibrar la perspectiva que el Gobierno tiene sobre la evolución de la economía. Dos factores cruciales cabe destacar:

1. En primer lugar, la fijación del techo de gasto presupuestario, que mantiene la cifra ya proporcionada para 2021, y que persistirá en 2022: 196.000 millones de euros. El dato es de impresión, y denota la voluntad del Ejecutivo por desarrollar un presupuesto expansivo, que descansa sobre una incentivación de la capacidad inversora alimentada, a su vez, por los fondos europeos. Un factor clave, esencial, para la recuperación. Ésta, a su vez, condicionará en positivo los ingresos fiscales, de forma que esas palancas de inversión y gasto público van a ser efectivas en el cierre del círculo: la demanda agregada.

2. En segundo término, el anuncio de un posible incremento del SMI para septiembre, a pesar de que la ministra Calviño no lo ha asegurado de manera taxativa. Sin embargo, no cabe duda de que esa conjetura supondría, en conjunto, una contribución al incremento de la demanda agregada, toda vez que beneficiaría cerca de 1,6 millones de personas trabajadoras. Esto puede deducirse de un trabajo de investigación publicado por el Banco de España, que recoge los resultados de un minucioso estudio firmado por Cristina Barceló et alter (https://www.bde.es/f/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/DocumentosOcasionales/21/Fich/do2113.pdf). Se indica que la subida de 2019 del 22,3 % del SMI tuvo un efecto menor que la del 8 % en 2017, en su impacto sobre la creación de empleos.

En otros términos: ese incremento, casi tres veces superior en 2019 en relación a 2017, ha tenido una incidencia similar en su vertiente de no creación de puestos de trabajo. El motivo es que el salario mínimo no alcanzó, con la subida de 2019, un nivel con respecto al salario mediano que generase efectos no lineales. En tal sentido, este trabajo, firmado por investigadores del Banco de España, no dice que se hayan destruido empleos con el aumento del SMI; señala que la creación de empleo se habría ralentizado en algunos colectivos.

Las conclusiones a las que se llegan están, en todo caso, presididas por la cautela y la prudencia. Pero es importante retener que el dato agregado ha sido la creación de empleo del orden del 2,3 % en 2019, año de aplicación del SMI. El debate sigue abierto, y urge por tanto nutrir bien los argumentos, que deben estar definidos por el rigor.

En definitiva, la economía española ha entrado en una senda de crecimiento con perspectivas positivas en la evolución de sus primordiales indicadores. Lo que se ha comunicado desde el Consejo de Ministros no se desdice con lo que otras entidades están previendo. Esto augura el cumplimiento de la legislatura y el alejamiento de adelantos electorales, habida cuenta que este compendio de noticias se va a trasladar a un presupuesto claramente expansivo, con impactos probablemente positivos en el mercado laboral.