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Si hay un soneto popular en la lírica española, ese es el de Lope de Vega recordado por su primer verso Un soneto me manda hacer Violante, perteneciente a su comedia La niña de plata.

Se extrañarán ustedes que haya elegido este primer verso del famoso poema para titular este artículo. Verán, mi objetivo no es emular al poeta escribiendo un soneto, sino un breve artículo de opinión para el periódico, no marcado por el número de versos sino por el de caracteres gráficos. Y es que no saben de las tribulaciones que sufro para sintetizar o bien alargar el artículo para encajarlo al espacio exigido. Y ciertamente no es Violante quien me lo manda, sino el director del periódico, también amigo mío desde hace años.

Cada semana acostumbro a tener varios temas rondando en la cabeza, pero otras veces me resulta más difícil situarme frente a la temida página en blanco y, como dice el poeta, en mi vida me he visto en tal aprieto. Pero, burla burlando, ya voy para adelante.
De forma magnífica escribe Lope de Vega un extraordinario soneto, encadenando verso tras verso hasta conseguir los dos cuartetos y los dos tercetos en una rima perfecta. A modo de juego, busca dirigirse al lector con una supuesta ingenuidad y nos expresa su preocupación por alcanzar su tarea: crear un soneto. El yo poético, a lo largo del poema, va reflexionando sobre lo que hace, al mismo tiempo que lo elabora. La envoltura es ágil y ligera, como de juego o fiesta. Pero, en el fondo, logra no solo una lección poética, sino también válida para la vida: hay que vivir y avanzar con cautela. Las cosas van saliendo mejor poco a poco.