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Los que nos dedicamos a hacer periódicos nunca hemos tenido un instrumento como el que mide las audiencias de los programas en la radio o en la televisión, ni un contabilizador de espectadores, como ocurre en los estrenos cinematográficos. Los hacemos, se venden, suponemos que se leen y pasan a la papelera al día siguiente. Nunca sabemos qué noticia ha interesado más, cuál ha provocado indignación, si la gente se ha estremecido, emocionado, reído o pasado de largo. Hasta hace poco.

Ahora los diarios digitales –que no son, ni serán nunca como los de papel– incluyen esa pequeña sección que a mí me parece lo más interesante: las noticias más vistas y las más comentadas. Después de repasar grandes reportajes, que han costado varias jornadas de trabajo, crónicas de un lirismo casi poético, entrevistas a personajes que dejarán huella en la historia, noticias que nos impactan porque implican gloria o dolor para muchos seres humanos... lo más leído suele ser una chorrada como la copa de un pino. Y lo más comentado, otra. Desde vídeos de gatitos hasta chismorreos bajísimos sobre famosetes de tres al cuarto que medran en la telebasura a base de vender sus miserias privadas.

Ayer, la tercera información más leída de un prestigioso periódico de ámbito nacional era «Signos del Zodíaco: las características más importantes de cada signo». Aparte de llevar una reiteración horrenda en el mismo titular –¿no tienen correctores, los periodistas ya no estudian para evitar este tipo de errores?–, qué quieren que les diga, ¿a estas alturas del siglo XXI creemos aún en el horóscopo? Pues parece ser que sí. Por lo que he escuchado por ahí, la generación de los que ahora cumplen la mayoría de edad, que llaman Z, siente fervor por la astrología. Suponíamos que el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología nos llevaba en volandas hacia una sociedad más racional, más práctica, incluso más inteligente. Los expertos dicen que no, que todo lo contrario, que a medida que el confort se adueña de las sociedades la inteligencia empieza a decaer. En picado, desde 1975. Apuntan a que los nuevos modelos educativos y la pérdida del hábito de la lectura incide en que nuestros jóvenes sean cada vez más tontorrones. Y si leen el horóscopo diario para saber cómo les va a ir, vaticino que les irá de mal en peor. Por tontos.