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Desconozco el motivo que tiene el tipo que se llevó 25 tapas de alcantarilla en Lloseta, pero el caso me ha llevado a especular con la posibilidad que sea un atleta frustrado que no ha podido participar en los juegos de Tokio, modalidad lanzamiento de disco. El hombre decide llevarse las tapas para seguir practicando con la ambición de llegar a la próxima cita olímpica, que se supone que será con público y aliento y ánimo en las gradas. Quizá todo es mucho más prosaico y el ladrón sea un héroe popular que haya decidido que hay que airear las cloacas del estado y ha decido empezar por las que tiene más a mano. No se le podría imputar más delito que el de la ingenuidad. También podría ser simplemente alguien que haya asistido al congreso del PP y necesite un refugio ante las sandeces de Casado y compañía. Mal asunto. Se escondería en la misma madriguera infecta. Sería mejor dejar las tapas puestas.