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No sé cuántos caminos hay a Santiago. El clásico y más popular es el francés, el que dicen que comenzaba en Roncesvalles. Luego está el de la Ruta de Plata que recorre la Península desde Sevilla a la capital compostelana. También están el camino portugués que nace en Lisboa y el camino inglés que desembarca en Ferrol por las rías altas. Hay otras rutas jacobeas tal vez menos conocidas, pero no menos importantes. Una de ellas es el Camí de Santiago que se inicia en Mallorca. Sí, como lo oyes, como lo lees. También aquí somos parte de esa peregrinación medieval que se remonta al nacimiento de lo que hoy llamamos Europa.

Mallorca, que siempre ha tenido una especial predilección por las peregrinaciones, es parte del Camino de Santiago. Quizás, porque la geografía nos ha situado en medio de esa cultura milenaria mediterránea. Quizás, porque hemos sido lugar de paso para todo tipo de viajes y peregrinaciones. Quizás, porque, aunque autóctonos, nuestros antepasados fueron viajeros, mercaderes y peregrinos que recalaron en la Isla. Mallorca y Compostela, aunque diametralmente opuestas, forman un eje tangencial cargado de cultura y de historia. Siempre he creído que alguno de aquellos primeros cristianos que deambulaban por las costas del Mare Nostrum, como Pablo o el mismo Santiago pudieron recalar en Mallorca, puerto ineludible para ir de la capital del imperio romano a cualquier puerto de las costas de la península Ibérica.

Amics del Camí de Santiago es una asociación mallorquina que, además de guiar numerosas peregrinaciones hasta la tumba del Apóstol, organiza todo tipo de actividades a lo largo del año. Si el 2020 y el 2021 están siendo años pandémicos, el 2021 y el 2022 lo son compostelanos. Dos años santos para peregrinar a Santiago desde Mallorca y sentir, de nuevo, lo que de verdad somos.