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Que estamos retrocediendo en derechos y libertades es un hecho evidente, apreciable por quien quiera constatarlo. Videncia que se puede conseguir con relativa facilidad. Solo hace falta abrir los ojos y mirar; eso sí, en todas las direcciones y sin prejuicios. Si observa a quienes han dado pasos parecidos y, sin embargo, peroran que no han visto nada… Olvídese de su discurso; no quieren, o no pueden, ver… Se sabe que no hay peor ciego que el que no quiere ver. En tales supuestos, lo más probable sea que fueron reseteados y reiniciados en la nueva normalidad. Se ha dicho comúnmente que dónde va Vicente es donde va la gente (es la cultura mainstream ). Sin duda, es una forma cómoda y práctica de ir por la vida. Aunque poco emocionante. Pues es cómodo ver solo el programa oficial, de obligación. Lo aventurado es tener que interpretar, sobre todo cuando el objeto de observación tiene los confines difusos.

No obstante, brincando por encima de la comodidad, es cómo pueden alcanzarse los mejores paisajes; aunque puede que a otros más recónditos solo los consiga desvelar con un aporte complementario de imaginación. En ocasiones inmersos en un panorama si no negro, gris fosco, mezcla adecuada de azul y castaño obscuro. Colores básicos del proceso hacia el sometimiento definitivo o, si se prefiere, dicho en un lenguaje más explícito, la esclavitud moral. Naturalmente no se trata de la esclavitud conocida por la historia, abolida en su mayor parte en el siglo XIX, sino la actualizada, que en su apariencia en poco o nada se asemeja a la conocida de la antigüedad o el medioevo.

Aunque algunos puedan decir lo contrario, no es en absoluto como aquella. O por lo menos a mí y a otros de quienes me consta la opinión, no nos lo parece. Las situaciones son nuevas y el riesgo de ser cancelados también. «¿De ser qué?»– A buen seguro me preguntarán. Pues sí, eso: ser cancelado o que a uno se le cancele (estamos en la cultura de la cancelación). Del verbo cancelar , cuya tercera acepción en el diccionario de la RAE que es la que me parece más atinada para el caso, es: «Borrar de la memoria, abolir o derogar algo». Que se me cancele significa, pues, que se me aplique el reinicio, la anulación de todos los permisos que la ciudadanía me fue concediendo con el tiempo. Todo ello en el ámbito de la reiterada nueva normalidad o, lo que es lo mismo, la normalidad reiniciada, después de un reset o un más burdo apagar y volver a encender el PC.