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Una iniciativa de la Universidad de Columbia y secundada por IBM o Facebook impulsa un proyecto por el cual aquellos que trabajan en el campo de la tecnología y la inteligencia artificial deberán seguir un juramento que garantice la fidelidad a unos determinados principios éticos. Así, investigadores informáticos y demás profesionales involucrados en las mencionadas áreas de trabajo se comprometerán en la protección de los derechos humanos.

Es cierto que los avances en técnicas de neurociencia plantean nuevos retos éticos que podrían ser utilizados de forma incorrecta, facilitando la intrusión en la vida privada de las personas. Es por ello que en el juramento se mantendrían unos principios ya establecidos en las directrices relativas a la inteligencia artificial. Son siete, la mayoría de los cuales se explican por si mismos y no merecen más comentarios, a saber: principio de no maleficencia, de beneficencia, de autonomía, de justicia, de dignidad, de privacidad, y de transparencia. Yo diría que se trata de un juramento de mínimos, algo que por otra parte se suele dar en muchísimos de los juramentos.

En realidad, si uno se fija bien varios de ellos se podrían resumir en el principio de privacidad, que aboga por eliminar de los datos recogidos por medios tecnológicos toda la información sensible e identificable. En principio se sugiere que acogerse a este juramento tecnocrático tenga un carácter voluntario. Lógico, ya que pese a no ser legalmente vinculante la experiencia indica que este tipo de juramentos –se hace mención expresa del juramento hipocrático en la práctica médica– llegan a tener su peso. Se verá.