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Me hace gracia que todo quisqui intente siempre escurrir el bulto. Es muy raro que alguien asuma su responsabilidad, su error, entone el mea culpa y pida perdón. Así que cuando uno hace algo mal, consciente o inconscientemente, el resultado es el mismo: busca chivo expiatorio, o sea, echa el muerto a otro y ataca con argumentos pueriles o tergiversadores a quien le había señalado para convertirle en el malo e irse de rositas.

Yo, en el caso de los macrobotellones y supercontagios, veo a muchos responsables. No entiendo que se autorizara la megafiesta de la plaza de toros en plena salida de la pandemia, después de meses de encierro y sacrificios. Está claro que no hubo control. Importante negligencia política. Pero el humano debería aplicar la sensatez y autorregularse sin necesidad de prohibiciones. Y, sí, privarse de ir a un concierto o un sarao multitudinario cultivo de virus para no contraerlo y no propagarlo.

Puedo entender el ansia de la adolescencia, etapa propensa a marginar la racionalidad de forma natural, porque todos hemos sido jóvenes y sabemos de qué va la historia. Pero para eso están los padres, para ayudar a los chavales a encontrar la lógica. Así que estos y aquellos también tienen mucha responsabilidad. Meter a tu hijo en un avión desde otra comunidad pensado que va a estar pausadamente tomando el sol y cumpliendo restricciones es tan insensato como dejar a un niño en una tienda de chucherías con barra libre.

Que ahora vengan chavales y progenitores lamentando consecuencias y equiparando cuarentenas a secuestros resulta insultante. Hablamos de salud pública. Algunos de los estudiantes en viaje de fin de curso a nuestras Islas, a los que nadie ha llamado delincuentes por mucho que se empeñen, son menores de edad, así que sus padres tendrán que responder solidariamente de sus actos si infringen las medidas, que todos sabemos antes de viajar que es un riesgo que corremos.

Los ciudadanos de Balears asumimos, con resignación y sin ganas, tener que costear con nuestros impuestos las torpezas de gestores o las imprudencias de turistas. Pero avisamos del hartazgo de pagar confinamientos en hoteles a tutiplén y de cumplir normas que visitantes se pasan por el forro, con la prepotencia de creer que antepondremos la recuperación económica a los excesos de los que han tenido a bien elegir nuestro territorio como destino. Que quede claro, como ha dicho Armengol , que no necesitamos a los ninis que juran que no volverán por el trato recibido poniendo en riesgo la normalidad perdida. Ni a los guiris que mean y se emborrachan en Can Pastilla y Magaluf, lleguen por libre o a través de empresas que no puedan hacerse cargo de comportamientos incívicos.