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El día 28 de junio es un día de celebración y a la vez un día de reivindicación para todas las personas, con independencia de cual sea su orientación sexual o su identidad de género. La conquista de nuevos derechos y de nuevas oportunidades es motivo de alegría para todas las personas que creemos que las sociedades sólo pueden ser justas si son inclusivas y respetuosas con la diversidad y la pluralidad.

Hace más de 50 años que se produjeron los disturbios de Stonewall, que se conmemoran en todo el mundo cada 28 de junio. Debemos empezar por reconocer la deuda moral que tenemos con todas aquellas personas pioneras que pusieron en el centro del debate los derechos de las personas LGTBI, como derechos humanos que son.

En 1969, mientras en Nueva York, florecía un movimiento de lucha, España vivía una dictadura fascista que mantenía a todo el país en blanco y negro. Una dictadura que tenía a toda su población bajo un yugo que les impedía respirar. Y evidentemente, en ese ambiente lleno de tristeza y de opresión, las personas LGTBI eran perseguidas, reprimidas, estigmatizadas e invisibilizadas por el régimen dictatorial. La reparación a aquellas víctimas es imprescindible para cualquier demócrata.

La democracia trajo consigo nuevos aires de libertad. No obstante, hicieron falta muchos años para el reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo, con los mismos derechos y obligaciones que el tradicional. No fue hasta el año 2005, cuando el Gobierno de Zapatero aprobó la Ley que posibilitó la plena igualdad, colocando a España en la vanguardia mundial.

Ahora que la derecha y la ultraderecha intentan convencernos de que son los abanderados de la libertad, estamos en la obligación de recordar que cada avance en derechos y libertades que se ha conseguido en este país se ha hecho con Gobiernos progresistas. Un buen ejemplo es la actitud de progresistas y conservadores durante la aprobación valiente del Gobierno de Zapatero en la ley de matrimonio igualitario.

Evidentemente, Balears no es una excepción. Y también tuvo que llegar la izquierda al poder, con el triunfo de Armengol en las elecciones de 2015, para que se dieran pasos definitivos en defensa del colectivo LGTBI. El hecho más destacado es la aprobación de la Ley para garantizar los derechos de las lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales y para erradicar la LGTBI fobia en 2016.

Con esta ley como hoja de ruta clara, se ha constituido el Consell LGTBI y se han aprobado dos Planes Estratégicos de Políticas Públicas en Materia LGTBI. El Govern cuenta con un Servei de Coordinació i Atenció la Diversitat Sexual i de Gènere. Y los cuatro consells insulares están poniendo en marcha el Servei d’Atenció a la Diversitat.

Pero la realidad nos muestra, con toda su crudeza, que no podemos bajar la guardia. La ley anti-LGTBI de Hungría pone de relieve la necesidad de que no sólo tenemos que luchar para conseguir derechos, sino que también tenemos que pelear por mantenerlos.

Por todo ello, con el orgullo de los grandes avances conseguidos, seguimos siendo conscientes de que queda mucho por hacer para conseguir una sociedad más justa, plural y diversa.