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De nuevo, el ensañamiento machista se ha asomado de forma brutal a nuestras vidas. En menos de una semana, seis mujeres y un niño de siete años han muerto en manos de sus parejas o exparejas. Una verdadera semana trágica. Seguimos igual. ¿Cuántos son los artículos aparecidos denunciando esta lacra? ¿Cuántas manifestaciones reclamando una estrategia de Estado? ¿Cuántos miles de lazos violetas ondeando al viento? De nada ha servido.

La cadena de asesinatos no para. Sigue latente una concepción del amor que, desde el concepto de la posesión, desemboca en una violencia machista. Detrás de todas estas muertes, aparece el fracaso de una sociedad que no logra frenar este fenómeno. No debemos bajar la guardia y tenemos que llegar a los orígenes del problema. Pero, ante esta situación, no bastan solo las intenciones, se necesitan más recursos.

Tras esta semana negra de asesinatos, la ministra de Igualdad, Irene Montero , ha advertido que estamos en «estado de alerta machista». Así, ha convocado con carácter de urgencia el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que incluye a partidos políticos, cuerpos de seguridad, ayuntamientos y varias asociaciones de mujeres. Sin excepción, se acordó impulsar un plan de mejora y protocolos a la vista de los hechos acontecidos, según reconoció la ministra Montero.

Ya en el siglo XXI, todavía hay mucho por lo que luchar en este terreno. Hay más mujeres que nunca en el mundo laboral y ocupando cargos de responsabilidad, pero también existen brechas laborales y salariales que lastran su avance en la sociedad. En estos momentos, muy especialmente, debemos luchar por una sociedad igualitaria y libre de toda violencia de género.