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Desde que no está en cartelera quizás nos hemos olvidado un tanto de Donald Trump . Pero la que no lo hace es la fiscal general de Nueva York, Letitia James , quien la pasada semana comunicó que está realizando una investigación criminal sobre el conjunto de negocios del expresidente y su familia. Lo que quiere decir las pesquisas iniciadas en el 2019 sobre delitos fiscales cometidos desde el emporio Trump han pasado de ser una causa civil para convertir se en penal.

Confluyen así la investigación de la citada fiscal con la llevada a cabo por el fiscal del distrito de Manhattan, Cyrus Vance , a fin de examinar si los negocios de las empresas de Trump trataron de reducir el valor de las propiedades para así obtener beneficios fiscales, a la vez que inflaban el valor de los activos para obtener fáciles préstamos bancarios. Todo ello ha llevado a un Trump iracundo a quejarse de una «caza de brujas» que en su opinión comenzó hace ya tiempo.

Sin el menor pudor se refiere el presidente a su estallido de cólera cuando el pasado febrero el Tribunal Supremo accedió a la solicitud de Vance en orden a examinar ocho años de declaraciones de impuestos y otros documentos que hasta entonces no «aparecían». El cabreo de Trump es tal que tacha de «fascistas» las investigaciones abiertas, algo que conduce una irrefutable conclusión acerca del desgaste y mal uso de los que se ha llegado a resentir el término. En realidad, al hombre le convendría calmarse ya que amén de lo dicho tiene otras cuestiones judiciales pendientes, como un acusación de violación, y más recientemente una investigación penal en Georgia debida a sus maniobras encamina das a darle la vuelta al resultado de las elecciones de Noviembre.