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Hace unos días se conmemoró el 213 aniversario del levantamiento del pueblo de Madrid contra la invasión napoleónica y me ha sorprendido el escaso eco de la noticia en los medios de comunicación y el acto tan sencillo que se celebró en la Puerta del Sol que ni siquiera culminó con la colocación de una corona de flores en el Obelisco de la Plaza de la Lealtad en el Paseo del Prado. Para una gran mayoría de españoles y sobre todo para los madrileños de a pie y para los artilleros, el Dos de Mayo es la verdadera Fiesta Nacional, sin despreciar la del 12 de octubre. Es la primera vez en la historia que el pueblo se rebela, pide armas al Ejército, amordazado por los franceses, y surgen héroes como Daoiz y Velarde que no cumplen las órdenes que reciben de sus mandos, junto a gentes del pueblo llano. Tras Madrid, la nación entera se levanta en armas, en la Guerra de la Independencia, derrotando a Napoleón .

El Dos de Mayo de 1808, los órganos de poder de nuestra nación están ya controlados por Napoleón. El emperador retiene a los reyes Carlos IV y Fernando VII y al ministro Godoy en Bayona y constituye una Junta de Gobierno en Madrid presidida por el anciano infante D. Antonio . Este órgano está supeditado al mariscal Murat que ha entrado en España con varios miles de soldados franceses, con el pretexto de ocupar Portugal como último recurso para derrotar a Inglaterra, pero que tiene por finalidad hacerse con nuestro país para dominar Europa. Los artilleros) han establecido planes secretos, con el apoyo de partidas de todos los barrios de Madrid, para evitar la entrada de cinco cuerpos del ejército francés. El plan es descubierto por Murat que ordena a las autoridades militares españolas el acuartelamiento de todas las tropas y la toma del Parque de Artillería de Monteleón por fuerzas del Ejército francés. El día 8 comienzan las concentraciones en el Palacio para impedir la salida de los últimos miembros de la familia real. La manifestación es repelida con dureza por los franceses, replegándose los madrileños hacia Monteleón, en donde con artimañas Daoiz y Velarde encierran a la guarnición francesa y dotan de armas a los rebeldes españoles. Enterado Murat envía más efectivos que tras una dura lucha consiguen entrar en el Parque, muriendo en la contienda muchos militares y civiles, entre ellos los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde así como el teniente de Infantería Jacinto Ruiz . Murat refuerza sus patrullas en Madrid y los ciudadanos son masacrados. Los pinceles de Goya nos han dejado constancia de las cargas de los mamelucos en la Puerta del Sol y de los bárbaros fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío. Existe constancia que el 2 de mayo hubo, como mínimo, 581 víctimas españolas (410 muertos y 171 heridos). Estos hechos producen el levantamiento de toda la nación y comienza la Guerra de la Independencia .

Murat ordena que los fusilados en el Paseo del Prado sean sepultados allí mismo. Los que perdieron la vida en el Buen Retiro, Cibeles, Jardín de Villahermosa y Museo de Ciencias Naturales, reposarán todos juntos bajo la arboleda de la plazuela que termina llamándose Campo de la Lealtad y se destaca con una sencilla cruz de madera. El 23 de abril de 1814, finalizada la guerra, son exhumados los restos de Daoiz y Velarde en las ruinas de la antigua cripta de San Martín en la plaza de las Descalzas. Aparecen primero los de Daoiz con su casaca de artillero y a continuación el esqueleto completo de Velarde, con el hábito de los franciscanos. Encerrados en dos cajas de plomo, el 2 de mayo de 1814 se organiza el cortejo para su traslado desde las Descalzas a Monteleón. Al llegar al Parque de Artillería se les rinde los honores de capitán general, empleo concedido por el Gobierno a los dos héroes. En el Salón de Parada, se abren las urnas y el general Castaños , vencedor de Bailén, preside el acto. Terminado éste, se abren las puertas para que todo el pueblo de Madrid rinda honores a los héroes. Finalizados los actos de Monteleón el cortejo con los restos de los dos capitanes se dirige al Campo de la Libertad, donde le espera otra comitiva con una gran urna en la que se han depositado las cenizas de gran parte de los madrileños fusilados. El obispo de Madrid dirige la oración de todos los presentes y a continuación el cortejo con las tres urnas se dirige a la catedral de San Isidro para su reposo en lugar sagrado hasta que se construya un obelisco.

Para realizarlo, tras varias dilaciones debidas a los cambios políticos, el Ayuntamiento de Madrid, durante el Trienio Liberal, aprueba el del arquitecto Isidro Velázquez y se coloca la primera piedra en abril de 1821 pero con el triunfo del absolutismo las obras no se emprenden hasta 1836. La inauguración presidida por la reina Cristina , regente del Reino, se produce el 2 de mayo de 1840. El obelisco se alza en la cuesta que baja del Buen Retiro. Se eleva solemne a más de 100 pies de altura sobre un zócalo octogonal. En su base, cuatro estatuas simbolizan el Patriotismo, el Valor , la Perseverancia y la Virtud. Un pedestal cuadrado alberga cuatro altares, en los que reposan las urnas. En 1985, se amplía la función de este Monumento, conservando su dedicatoria a los ?Héroes del Dos de Mayo de 1808? con otra dedicada a ?Todos los que dieron su vida por España?.