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Sin lugar a duda, para los más mayores las bicicletas y los patinetes eléctricos fueron uno de los regalos estrella entre las valijas de los Reyes Magos en el pasado invierno pandémico. Tanto los patinetes como las bicis, hace tiempo que han dejado de ser de uso exclusivo de los niños y cada día son más los adultos que los han adoptado como forma de desplazamiento urbano.

Ello supone un paso al frente para obtener una movilidad más limpia y adecuada en las ciudades, pero a la vez implica nuevos retos para la seguridad vial. Con la reducción del tráfico por la crisis sanitaria, los patinetes y las bicis han tomado las calles en las ciudades de todo el mundo. Muchos han optado por ello como forma saludable y segura para trasladarse. Sin embargo, siempre hay quien se quiere pasar de listillo y saltarse las normas del caos circulatorio.

La mayoría, ya sea por respeto ciudadano o por temor a las multas, cumple en general con las normas vigentes. Sin embargo, con los patinetes y bicis, no ocurre lo mismo. Los llamados VMP, vehículos de movilidad personal con una situación ya regularizada, deben circular por el carril bici, por las calzadas o por las calles; nunca pueden hacerlo por las aceras convencionales. Los que vamos en coche sabemos lo que sucede al saltarnos las normas, multa al canto. Pero, cuántas veces no hemos visto bicis o patinetes por las callejuelas peatonales de Palma o circulando en dirección prohibida. Cuántas, parados respetando un semáforo en rojo, una bici o un patinete decide no hacerlo. Todo ello no hace más que confirmar que no se juzga a todos los que campamos por el laberinto urbano con el mismo rasero.