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El espectáculo político de Madrid no merece ni siquiera el calificativo de estulticia política, es simplemente estiércol. El concepto aristotélico que citaba nuestro escritor G. Rosselló en su artículo de UH , como paradigma de que en los extremos nunca hay verdad ilustra el sentir y pensar de la mayoría de personas de este país. Pero con la muerte del espíritu de la transición y la aceptación de los extremos por la necesidad de la cogobernanza, se está dando un espectáculo lamentable. Y lo que es peor, con el protagonismo que se les da, se está generando una pedagogía política y de comportamiento humano muy peligrosa. La violencia verbal, gestual y guerra civilista que nos brindan los extremos puede acabar en física y bélica. Ante ello reclamo a los intelectuales, científicos y el mundo de la cultura, que asuman protagonismo y generen anticuerpos, para contrarrestar tanto detritus político. Me niego a aceptar que aquello es política. No es tampoco una cuestión de democracia ni de libertad. Es una crisis de valores. La democracia llegó gracias a los valores del diálogo, la convivencia, el respeto y dignidad entre otros. Sin ellos no existe democracia. Sólo es un esperpento de narcisismo, lucha por el poder, mentira, demagogia. Hablan de cordón sanitario. Esto es inmadurez política. La madurez es ser capaces de dialogar, confrontar ideas desde el respeto. Debatir, ceder, pactar. Pero, siempre con la vista puesta en el servicio a las personas. La sociedad civil debemos exigir valores, respeto y convivencia, pero sobre todo verdad.