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Aveces la sabiduría mallorquina se condensa en expresiones o palabras. Actualmente las cosas se verbalizan de manera muy diferente y han perdido la virtualidad de expresar un sentir colectivo. El tanmateix puede demostrar resignación, desprecio o falta de vergüenza. Una expresión que últimamente me viene a la cabeza cuando leo determinadas noticias o me planteo respuestas ante algunas cuestiones que estos tiempos COVID nos plantean. A menudo se apodera de mi esa sensación de que poco podemos hacer o que somos marionetas en manos de unos malos titiriteros. En otras ocasiones pienso que la sociedad ha quedado despojada de su capacidad decisoria y que esta dictadura de partidos nos ha arrebatado la democracia. Estamos demasiado noqueados para poder articular una reacción común que impulse a nuestros gobernantes a propiciar soluciones de consenso y que sean comprensibles y aceptadas por todos. Estamos callados ante tanta propaganda, manipulación y falta de información veraz. Nos sentimos aborronados ante la ineficacia y una retahíla de medidas que pasan de acertadas a atroces.

Puede que instalarse en el tanmateix sea la mejor manera de resolver los problemas o de preservar la salud ante el peligro que supone un permanente estado de cabreo o preocupación. Una expresión que podemos utilizar cuando viene alguien del Gobierno a decirnos que en Balears no se vacuna conforme a lo que exigimos porque somos una población joven. Una manera de encajar que no lleguen las vacunas que nos corresponden y sigamos en un porcentaje bajo y bochornoso. Una respuesta a las promesas económicas del Estado que no se cumplirán conforme a unos criterios de proporcionalidad y justicia tributaria. Un guiño de sorpresa cuando se plantea que la temporada turística puede alargarse hasta diciembre. Podemos seguir sorprendiéndonos o aceptar que por mucho que digamos pocas cosas están en nuestras manos salvo cuidarse y confiar que saldremos de esta situación tan complicada de gestionar en lo colectivo, lo personal, lo económico y lo psíquico. Hemos tenido que establecer unas prioridades donde la salud y el sistema sanitario van por delante. Soy el primero que ya he dejado de plantearme cuándo voy a vacunarme. Sigo sometido a las restricciones y entrando en las aulas donde intento no pensar en los riesgos del lugar cerrado. Las obligaciones siguen siendo las mismas pero los derechos se han visto recortados. Es fácil hablar de tiempos pasados para eludir las responsabilidades presentes. Al final el tanmateix es un recurso al alcance de todos, el motivo puede ser distinto: indiferencia, despreocupación o falta de vergüenza. Tengamos paciencia como quienes labraban el campo con la convicción de que la cosecha sería propicia. Salvo el tiempo, todo dependía de ellos.