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Ahora que por causa de la pandemia ya estamos bastante acostumbrados a las leyes y disposiciones fugaces y fortuitas, incluso furtivas, que se arraciman y cambian a diario según sopla el viento y son a su vez modificadas perimetralmente por los Gobiernos autonómicos, sin que nadie pueda adivinar que nuevas legalidades episódicas regirán mañana, y no digamos dentro de dos meses, quizá sea el momento propicio para la creación de un Ministerio de Asuntos Fortuitos, que englobe y gestione el creciente número de eventualidades inesperadas y azarosas, siempre sorprendentes, que configuran el futuro. Según el diccionario, fortuito es algo que sucede inopinada y casualmente, sea una crisis económica, una quinta ola o la independencia de algún territorio. En Derecho, un caso fortuito se parece al de fuerza mayor, que puede eximir el cumplimiento de una ordenanza.

Además del día a día impredecible y cambiante de la pandemia, que exige leyes fugaces y muy diversificadas, este ministerio también se ocuparía de las cuestiones urgentes a largo plazo (Ley de Cambio Climático 2050, Agenda 2030, digitalización, etc.), que por su naturaleza están sujetas a factores imprevistos fortuitos (el viento de la Historia), y cualquier normativa al respecto no tiene más remedio que ser bastante mudadiza, a la par que rigurosa. Algo difícil si no se cuenta con un Ministerio de Asuntos Fortuitos, que podría englobar Asuntos Económicos y Transformación Digital, Derechos Sociales y Agenda 2030, Transición Ecológica y Reto Demográfico, Igualdad (va para largo), y hasta Política Territorial, otro ámbito muy proclive a las novedades sorprendentes.

Necesitamos una ministra (o ministro) que presente planes y directrices fortuitas para tales asuntos fortuitos, y promulgue leyes oscilantes y efímeras, según evolucione el futuro. Naturalmente, sin temor a corregirlas de un día para otro cuando sea menester, única forma, como la pandemia nos ha enseñado, de lograr eventuales aciertos fortuitos. Que sus disposiciones sean necesariamente efímeras, de ningún modo implica que ese ministerio también lo sea; al contrario. Se requiere mucha convicción y persistencia para tratar asuntos tan impredecibles y abstractos. Y sobre todo, para que algún día estemos todos vacunados, bien que de manera fortuita.