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Si les gusta el canto, les animo a completar la popular estrofa. En una comunidad que aun hoy tiembla pensando en la posibilidad nada irreal de perder una segunda temporada turística, surgen no obstante noticias que evidencian que la vida sigue.

Las cabras invaden parajes naturales y, al carecer de depredadores, se han convertido en una plaga que no solo causa continuas molestias a los propietarios de fincas en los municipios de la Serra de Tramuntana, sino que amenaza la supervivencia de especies vegetales endémicas y protegidas. Y no se trata, en su mayoría, de ejemplares caprinos autóctonos, sino de cabras asilvestradas de razas foráneas o mestizas.

Como siempre, el talibanismo animalista –que es una rama más del movimiento antisistema– clama contra la solución consistente en controlar racionalmente la población mediante la caza o la captura y posterior sacrificio de los excedentes y, por supuesto, resta importancia a los daños al ecosistema, creyendo que cualquier ser vivo debe ser respetado, aunque sea invasor, extraño o suponga una catástrofe para nuestro patrimonio vegetal, como es el caso.

Y no solo pasa con las cabras. Las ciudades y pueblos de Mallorca viven una plaga descontrolada de palomas domésticas que causan enormes daños en tejados y partes altas de muchos edificios singulares, especialmente de iglesias.

La descoordinación administrativa es patente, y aquí cada municipio hace la guerra por su cuenta, provocando que esta lacra se extienda y se haga insoportable.

La connivencia del poder político actual con estos lobbies animalistas explica la timorata tibieza con que se afrontan estos hechos. Pero, al menos en las redes sociales, estos radicales amparados en la desidia de políticos ineptos y cobardes ya están topándose con organizaciones ecologistas, biólogos, naturalistas y expertos en preservación del patrimonio, con lo que nuestros dirigentes tendrán por fin que optar y dejar de ponerse de perfil intentando contentar a todos, víctimas y verdugos. Y les aclaro que aquí las víctimas no son ni cabras, ni palomas.

u El otro culebrón de la semana es el del tranvía llamado deseo de la izquierda. Agénciense un buen cubo de palomitas y apréstense a disfrutar del espectáculo.

Nuestro alcalde Hila , por lo visto, tiene expertos para regalar, y los usa para meterse en toda clase de follones, con la inestimable ayuda de los ecosoberanistas. Los técnicos creen que el tranvía a Son Espases es un despropósito y que, si se ejecuta el proyecto, tendría que servir al menos para conectar con barriadas como Son Rapinya por el Camí dels Reis. Nadie en Cort leyó a tiempo el informe, de manera que cuando se hizo público pilló al alcalde y a Neus Truyol en la inopia. Ellos solo leen con atención los informes de temática fascista. Así que han tenido que rectificar a sus técnicos y proclamar que apoyan el tranvía que impulsa el Govern, digan lo que digan sesudos estudios que acreditan su inoportunidad.

Llevamos bastantes millones malgastados en anteproyectos de quiméricos tranvías desde hace más de diez años. Més tiene fijación en este asunto, como si la movilidad de Palma dependiera de ello. La realidad es que de lo que realmente depende la movilidad es de desalojar cuanto antes a sus actuales responsables.