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Seré un poco duro, pero con asuntos del teatro no permito inmoralidad. El hombre honesto sólo puede ampararse en la dignidad. ¡Escuela Superior de Arte Dramático de las islas Baleares! La rimbombancia no tiene relación con la calidad, más bien todo lo contrario, cuanto más ostentoso es el título más desastroso es el operativo. El estudiante de arte dramático en Palma tiene un problema, llega a una escuela que se anuncia formal sin serlo, no es un estudiante cualquiera, es un estudiante vulnerable y se entrega a ciegas al mundo feroz del espectáculo. Antes para la gente corriente una actriz era puta y un actor maricón. Afortunadamente tan arcaicos conceptos parecen superados. Los aspirantes a actores deben estudiar para que, en el futuro, con la misma autenticidad, puedan interpretar a un santo y al día siguiente a un malvado.

Nadie en el mundo es capaz de ser un día Jesús y al día siguiente ser Pilatos, sólo el actor puede lograrlo, un actor-actriz debe aprender a ser todo en dos meses de ensayo. Trabajar en teatro no tiene nada que ver con un banquero, un coronel o un funcionario, ser actor es mucho más, aunque la ignorancia cause risitas. Los acosadores de Palma no son los primeros ni serán los últimos, tal vez los responsables públicos deberían seleccionar mejor a los que se autodenominan «profesores de arte dramático» antes de darles un trabajo tan delicado. Hace poco que los abusos sexuales en la profesión salen a la luz. Malos ejemplos como el del productor de cine de Hollywood Harvey Weinstein ; el confuso comportamiento de Woody Allen ; el caso Plácido Domingo o los desmadres en el Institut del Teatre de Barcelona. En la Escuela Superior de Arte Dramático de las islas Baleares (provinciano monumento a la incompetencia) imitando en asuntos de teatro a los catalanes, esta vez en lo peor, han sido denunciados dos profesores por acosar a sus alumnos. Se veía venir cuando la responsabilidad de enseñar teatro se otorga por amiguismo. Precisamente esta escuela nació con baba de caracol de unos universitarios mallorquines que no tenía ni idea de teatro, pero eran afines a los políticos de entonces. Demasiados cristobitas en el gran guiñol.