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Esta tierra estaba acostumbrada al desprecio y ninguneo de los gobiernos de España, en muchas ocasiones con el silencio cómplice de los partidos que lo sustentan en Balears. Los diputados y senadores adoptan posturas genuflexas ante sus líderes en lugar de defender los intereses de los ciudadanos a los que engañan con sus falsas promesas electorales. Pero, el odio de Sánchez a Balears supera todo lo visto. Sabemos de su predilección por Canarias, legítima si no se acompaña de este permanente maltrato hacia nosotros. El tema de las vacunas es el último azote al que nos viene sometiendo. Somos los penúltimos en recibirlas. Desconozco las razones de su desprecio hacia la presidenta Armengol, si bien me las puedo imaginar. Pero su falta de empatía hacia estas islas es excesiva. No comprende nuestra especificidad, obviando nuestra dependencia del turismo. No ha tomado una sola decisión para sacarnos del carril de la muerte y la asfixia económica. Es tan mezquino que, aunque fuera porque somos uno de sus mejores proveedores, aportando un dineral año tras año, debería entender que si no salvamos la temporada de verano, esta tierra entra en bancarrota. La vacunación masiva antes de finalizar junio lo resolvería, pero a él no le afecta. Seguirá cobrando cada mes de nuestros impuestos y lo aderezara con sus múltiples prebendas. Su pasión enfermiza por el poder hace que supedite cualquier sacrificio de la ciudadanía a su rédito electoral. Basta ver su burda manipulación en la campaña contra Madrid. Existen decisiones que podría tomar para garantizar la vacunación, entre ellas presionar a Europa para reconducir la adquisición de vacunas. Espero que los ciudadanos tomen nota.