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Como supongo que ya habrán caído en la cuenta, lo único que ahora importa en este país nada tiene que ver con las preocupaciones y problemas del ciudadano. Lo de la pandemia y los problemas económicos derivados es un engorro. Algo que la derecha agita para estorbar la placidez del paraíso social-comunista. ¡Habrase visto! ¡Qué osadía!

Lo que ahora interesa es encauzar definitivamente el deseo más ferviente de Sánchez, perpetuarse en La Moncloa. Para ello ya ha embaucado a media España y está dilapidando su riqueza. También ha conseguido el apoyo explícito de toda la clase política de izquierdas, aunque sea separatista. Ha puesto a su servicio las televisiones que todos sabemos y padecemos. Eso sí, previamente subvencionadas con dinero público. Ha hecho realidad a su favor el entreguismo de Cs. Ha invadido y desvirtuado una parte importante de las instituciones públicas y sigue en su empeño. Hasta ha logrado aplicar a los obispos la receta de la sumisión y la obediencia, la misma que ellos exigen. ¿Hay quien dé más?

Pues, mira por dónde, parece que sí. Se supone que todo lo controla. Sin embargo, le ha salido en el camino un gran obstáculo, que le está mareando y le ocupa demasiado su preciado tiempo. Le ha salido una nueva heroína, Isabel Díaz Ayuso , a quien no logra someter. Ahí está la Comunidad de Madrid, libre y rica, verdadero motor de este país, que exhibe, ante el resto de España y del extranjero, su atractiva alternativa a las recetas sociales y económicas de la izquierda social-comunista; que practica la libertad en todo cuanto toca y que, en consecuencia, huye de toda ingeniería social y cuanto signifique controlar las instituciones para su servicio particular. ¡Ahí está, delante de sus propias narices! Y, por si fuera poco, Díaz Ayuso, a tenor de la última encuesta del domingo pasado, disfruta merecidamente de una rotunda trayectoria al alza.

El peligro, por tanto, es real y cierto. Sánchez lo sabe. Lo que está en juego le puede afectar personalmente. Puede verse obligado a adelantar las elecciones generales o simplemente encastillarse en La Moncloa. Lo cual no es poca cosa. Lo que pase en Madrid, al decir de su alcalde, constituye, pues, «la gran amenaza para Sánchez». Por todo ello, éste, ha decidido convertirse de hecho, como ha subrayado Pablo Planas , en el verdadero candidato del PSOE, en las elecciones del 4 de mayo, a la Comunidad de Madrid. Gabilondo seguirá siendo lo de siempre: un mindundi de turno.

Aunque soy consciente de que no sirve de nada, deseo recordar al nada escrupuloso dúo que nos mal gobierna, Pedro y Pablo, que, como dijo en su día Arcadi Espada , «pocas cosas tienen un sentido público tan necesario e indiscutible como la verdad». Ellos que siempre hablan y aspiran a la omnipresencia de lo público, deberían también hacer los honores a la verdad. ¿Qué España van a construir sobre la mentira?

Es una obviedad que les encanta chapotear en todo lo contrario. Practican a las mil maravillas lo de que «la verdad también se inventa» ( Antonio Machado ). Esto es, se fabrica en los medios de comunicación que controlan, se cocina en la despensa de La Moncloa, se sirve adulterada en múltiples mesas y, por ignorancia, error o malicia, es degustada con placer por bien pensantes ciudadanos y/o militantes, utilizados como cómplices. Así son las cosas, por mucho que nos duelan. Nuestro Gobierno ya no entiende otra cosa que no sea el silencio y la resignación de los demás.

La verdad es que el inventor de verdades, Sánchez, fue víctima de su odio a la oposición y fracasó con estrépito en la operación Murcia. Todo ha cambiado desde entonces. Él mismo, como apostilla Jesús Cacho , ha otorgado a los madrileños la oportunidad de rebelarse contra su Gobierno y propiciar su defunción política.