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El pasado mes, el alcalde Hila y sus supuestos ‘documentalistas’, en un ataque de ignorancia supina y sin pisar archivo alguno, ni siquiera el propio del Ajuntament, parece que de oídas decidieron quitar –aunque luego ante la avalancha de críticas, las repusieron por vergonya – las calles con los nombres de Churruca y Gravina o los destructores con estos nombres que, además, no fueron franquistas sino republicanos. Para más inri también se le ha quitado la calle al crucero Almirante Cervera , barco que llevó al presidente de la República española, don Niceto Alcalá-Zamora a Mallorca en 1932 y que estuvo escoltado, precisamente, por el Churruca . Es decir, en realidad, nuestro alcalde suprimió momentáneamente hasta las calles con historia republicana. Es para mear y no echar gota.

Fue un craso error entre otras razones porque tanto Gravina como Churruca, además de grandes estrategas, fueron científicos y pertenecen a ese grupo excelso de militares que dieron lustre a la navegación, a su arte y a la astronomía española en el siglo XVIII y que posibilitaron que España pudiera navegar y cartografiar medio mundo, desde el estrecho de Magallanes o Tierra de Fuego hasta Alaska y en eso tuvo que mucho que ver Felipe Bauzá , bautizado en la Catedral de Palma. Gravina, Churruca y Bauzá representan también la España de la Ilustración, una de las épocas de mayor esplendor cultural de nuestro país. Ya nos gustaría tener hoy gente tan preparada como ellos. Gravina, por cierto, tiene una calle en Chueca, el barrio LGTB de Madrid.

Creo que cuando los políticos se preocupan tanto por el nomenclátor y tan poco por la gente muestran cierta insalubridad. El nomenclátor hay que tomárselo como lo que es. Un nombre de calle ni es el Fuero Juzgo ni una agresión o bendición del espacio público. No se puede vivir analizándolo todo permanentemente. Decía mi maestro, Camilo José Cela , que tuvo un cura que fue su preceptor y que le cogió tal tirria que desde entonces cada vez que iba por la calle y veía que un cura venía por la misma, se cruzaba de acera: «Don Camilo, parece mentira, no es para tanto»; luego se hizo muy amigo del cura de La Bonanova.

En Cuenca (Ecuador) está la calle Benigno Malo; en Antigua (Guatemala) la calle del Pensativo, esa me gusta más para vivir pero si viviera en la otra, tampoco me rasgaría las vestiduras. Prefiero la calle Melancolía, con o sin Sabina , a la avenida de la Unión Soviética que es como se llamaba a la Gran Vía en tiempos de Negrín . Cuestión de gustos. En Madrid cambiaron la denominación de la plaza Vázquez de Mella por plaza Pedro Zerolo, que era amigo mío, aunque suena raro eso de tener un amigo que da nombre a una plaza, pero Vázquez de Mella fue un gran orador y no había necesidad de quitarle su espacio público. ¿Es tan importante tener el nomenclátor corregido políticamente? Creo que estamos instalados en lo accesorio porque gracias a eso lo verdaderamente importante se difumina y nos difumina. Gracias a eso tenemos los políticos que no nos merecemos, o sí.