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En política, la polarización es el fenómeno mediante el cual las opciones se dividen en dos extremos absolutamente opuestos. Se trata de blanco o negro, del bueno o del malo, sin dejar paso aparente a ningún tipo de entendimiento posible.

Los polarizados dicen estar en las antípodas del pensamiento político del adversario; los polarizados solo perciben la realidad y sus intereses en tonos absolutos, monocromáticos y binarios.

Estarán de acuerdo conmigo que nada en la vida es absoluto. Todo tiene dos interpretaciones, dos verdades y muchos caminos. Esto ocurre en todos los ámbitos; por supuesto también en el mundo de la política, que no es ajena a esta verdad universal. Se trata en todo caso de ceder, entenderse y empatizar por un bien común.

Hemos permitido que los mediocres –los que en su vida no han creado nada, los que siempre han vivido de lo público y de lo seguro– campen a sus anchas y lo peor, que crispen e irriten a una sociedad que ya esta cansada, harta y agotada, de este circo surrealista que llaman política.

Los americanos, a los que les encanta poner nombre a todo, tienen muy bien identificados a nuestros políticos, que podemos dividir en dos clases: los bridgers , que son aquellos en los que su motivación es tender puentes y fomentar el entendimiento mutuo y los breakers. Para estos últimos, lo único importante es romper, quebrar, sembrar la polarización y dividir a la sociedad con el objetivo de controlarla. Juzguen ustedes mismos qué tipo de políticos tenemos.

Una vez más, termino estas líneas dándoles la bienvenida al imperio del mediocre, al imperio de los breakers . La solución solo está en nuestra mano, solo nosotros podemos cambiar la dinámica que intentan inocularnos. Solo nosotros podemos elegir a más bridgers y mandar al paro a todos los breakers , que campan a sus anchas y que tanto daño están haciendo a nuestra sociedad. Solo nosotros podemos terminar con el imperio del mediocre.