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En una situación como la presente, con tan grave epidemia campando por todo,no cabe otra que seguir las instrucciones que la autoridad decida. Hay que confiar en ella. Aunque a veces sea difícil. 

No hay duda de que el avance de la amenaza es el que marca los tiempos y naturaleza de la reacción de Sanidad. No obstante, la forma en que luego el poder institucional traslada a decisiones políticas los consejos de los especialistas no siempre se corresponde a como debería hacerse. Se nota si se contrasta la gestión de la crisis que hacen el Govern de Francina Armengol y el Gobierno de Pedro Sánchez. 

Mientras que el Ejecutivo balear decide en función de cómo evolucionan los acontecimientos pero siempre da respuestas concretas e inmediatas,no pasa igual con todas las determinaciones que ha tomado Sánchez y su equipo gubernamental. 

No puede entenderse de ningún modo que Madrid no fuera cerrada desde el mismo momento en que se tuvo plena conciencia de que la epidemia estaba descontrolada en la capital. El resultado de la falta de decisión fue que miles de madrileños aprovecharon para irse de vacaciones a la Comunidad Valenciana y a Murcia. Esto no se aguanta ni se puede aceptar. En tiempos de tan grave infección masiva un movimiento de población tan grande es talmente como la ha definido el socio valenciano del PSOE, Compromís: “una insensatez”. Ni más ni menos. 

Todavía es más gráfico que el Gobierno nacional decretara la prohibición de recibir vuelos desde Italia y sin embargo no hiciera lo propio con el tráfico marítimo que llegaba de aquel país. Con el resultado que arribaron a Palma más de 3.000 cruceristas italianos, paseándose por la Palma antigua como si nada. Esta locura era tan obscena que Francina Armengol tuvo que salir a afear en público la incomprensible actitud de Sánchez y sus miembros del Ejecutivo. ¿No había nadie en éste que entendiera la necesidad de parar también la vía marítima? ¿ Es que al no tener mar en la Meseta les importa una higa lo que ocurraen el litoral?… 

En el caso de la actuación del Govern de Francina Armengol puede que haya gente que considere que podría haberse hecho mejor algo. Siempre se puede así considerar. Cómo negarlo. Pero cuando ha sido necesario ha tomado las decisiones adecuadas con sentido y determinación. E incluso cuando ha dudado -como con el cierre de los centros educativos – ha rectificado de forma inmediata y ha hecho lo debido. Y no le ha temblado el pulso -como sí le ha ocurrido a Sánchez demasiado a menudo – cuando se ha tratado de cerrar lo que sólo un par de días antes resultaba inimaginable -discotecas, grandes bares, gimnasios, etc. -. 

El Gobierno nacional, por su lado, ha actuado a la contra. Ha decretado el estado de alarma cuando tenía la mitad de los gobiernos autonómicos yendo cada cual por su lado, decidiendo medidas de emergencia ante la pasmosa inoperancia de Madrid. 

En contexto complicados y graves como el actuales imprescindible el liderazgo político. Francina Armengol desmuestra que es una líder. No del todo pasa así con Sánchez.