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La intensidad con que el partido ultraderechista Vox ha irrumpido en el Parlamento andaluz ha dejado boquiabiertas al resto de formaciones. Tanto, que todavía no saben cómo relacionarse con el nuevo actor. En el PP se niegan a tildar de ultraderechista al partido cuyo secretario general dice que el franquismo "fusilaba, sí, pero no con odio sino con amor", que quiere ilegalizar a los partidos independentistas, que recupera el espantajo del nacionalcatolicismo, que se envuelve en la bandera al mejor estilo ultranacionalista, que se alinea con toda la ultraderecha europea... ¿Qué más necesitarán? En verdad lo saben perfectamente. El problema, su problema, es que necesitarán pactar con él. Por tanto... En el PSOE ya dudan de si su inicial favor a Vox para perjudicar al PP fue una idea acertada o más propia de un bombero - ¿todavía puede decirse o la corrección política lo impide y acaso los hombres del fuego se me ofenderán? - y ven con terror como la mentira ultra anticatalanista se ha contaminado en ignorantes como Lambán y García-Page, presidentes aragonés y castellano-manchego, respectivamente. En Ciudadanos miran a Vox... pues depende del día, a veces mejor y otras peor, pero eso sí, siempre de reojo. Y en Podemos están la mar de contentos porque con los ultradechistas en juego sus dirigentes pueden fantasear con "frentes antifascistas" y demás retórica inflamada que tanto les gusta. En realidad Vox es un partido típico de la neo ultraderecha europea. Como bien explicaban ellos mismos, nuestros ultras, cuando se creó – en febrero de 2017 - la internacional negra – con los franceses, húngaros, italianos, alemanes... - cada cual es ultra a su manera nacional. Aquí, a base de mucha caspa religiosa, ultranacionalismo, toros, anti inmigración y poco disimuladas ansias totalitarias. Y en lo que mejor se expresa esta demagogia ultra es en los detalles. Por ejemplo, al asegurar que en países como Francia y Alemania se prohiben los partidos independentistas, lo cual es mentira: en la Unión Europea se prohiben actos no ideas, O cuando dicen que ellos no son como los demás partidos porque sus representantes no son "profesionales" – según asegura a menudo la dirigente negra Rocío Monasterio – aunque su presidente, Santiago Abascal, lleve desde los 22 años viviendo de la política, o cuando ella misma miente con desparpajo, contra toda evidencia de los datos oficiales, que hay multitud de falsas denuncias de malos tratos a mujeres... Vox es lo que ha sido siempre el fascismo. Mentira, demagogia y engaño. No es nada nuevo. Aunque se presente, eso sí, bajo unas formas modernas.