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El periodista Antonio Casado se lo atribuye a Alfredo Pérez Rubalcaba: “lo malo no es que Cataluña quiera irse de España; lo malo es que España se está marchando de Cataluña”.

Rubalcaba es un tipo inteligente y sagaz, ni siquiera sus más acérrimos enemigos -que son legión- se lo niegan. Y por haber ocupado los cargos que ha detentado, por su estrecha -estrechísima- relación con los intrincados ejes del poder verdadero del Estado -no todos lo que ocupan importantes cargos acceden a ese poder- y por su gran capacidad de análisis la sentencia que ha dictado sobre la situación política en Cataluña debería hacer reflexionar. Aunque bien pensado a estas alturas ya no se sabe sobre qué se podría reflexionar ni quiénes deberían hacerlo. Porque la verdad es que cada vez va quedando más nítido que no hay nada que hacer, tal y como viene a decir Rubalcaba.

En estos momentos Pedro Sánchez es el único recurso real que tiene España de conseguir aplazar la secesión (sólo esto: aplazarla, nada más). Su libertad de actuación, al margen de principios ideológicos y de obediencias políticas, le confieren la capacidad de entenderse con el separatismo más pragmático con el objetivo de no provocar una escalada de acción-represión que se descontrole. Si lo consigue estaremos ante un mero acuerdo táctico para la parte catalana -para la sanchista sería estratégico, un golpe de efecto que espera que le permitiera ganar las próximas elecciones generales- que como precio se cobraría una autonomía todavía mucho más potente de lo que es ahora, lo que le serviría para fortalecerse y para asegurarse que en la próxima ocasión estaría en condiciones reales de tumbar al Estado en Cataluña, porque España ya no estaría de ningún modo en ella. Es el camino vasco: ir carcomiendo por dentro la españolidad para que cuando quede sólo el frágil caparazón romperlo sin apenas sacrificio. Siempre habrá algún sacrificio -no hay independencia unilateral sin sangre-, por supuesto, pero será mínimo. Y los independentistas lo saben. Y Rubalcaba también.

¿ Cuando será la secesión, dentro de 20 años, como dice Puigdemont? ¿Menos de 10 como creen los estrategas indepes más lúcidos?... No lo podemos saber. Pero sí conocemos algo del todo cierto: la unidad de España a largo plazo es cada vez para más españoles - “pues que se vayan”, “que no nos chupen más la sangre”, “adiós y a buscarse la vida”...- una ficción imposible de mantener, y no tanto es así por la actitud de los separatistas como por la increíble pero cierta deserción española en Cataluña. Por una o por otra razón el resultado va a ser el mismo.