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Si los dirigentes de Ciudadanos y del PSOE cumplen con su palabra, Mariano Rajoy no será presidente. Ni a la primera ni a la segunda votación de la investidura. Claro que apenas nadie confía ya en lo que dicen, porque al fin y al cabo son políticos. La mentira es su hábitat. De todos por igual. Todavía resuena la rotundidad de la promesa hecha por Pablo Iglesias hace dos años, “si pierdo (en las generales) me iré”. Por supuesto se queda. A la sazón era profesor interino de universidad. Ahora no tiene trabajo al que volver porque el profesor que sustituía ha retomado su cargo. Así que el único trabajo que tiene es la política profesional. Lo mismo pasa con Albert Rivera. ¿Acaso alguien de veras se cree que volverá al modesto lugar de trabajo del banco de donde lo sacaron? Claro que no. Igual intenta Pedro Sánchez, perpetuarse. Lo cual ha conseguido ya Mariano Rajoy, que tiene asegurada la sopa boba, como diputado, hasta los 64, al menos. Volviendo a la cuestión de la investidura, si ocurriera algo tan insólito como que los que dicen que de ningún modo harán presidente, “por activa o por pasiva”, a Rajoy, “sin vetos, pero no lo votaremos”, cumplieran su palabra, el presidente saliente no podría repetir en el cargo. Mucha gente creyó en la noche electoral que Rajoy iba a ser presidente otra vez. Sin embargo a la vista de la aritmética electoral que surgió de las urnas no lo tiene asegurado. Es posible que la consiga. Incluso probable. Pero no es seguro. Lo único seguro es que conseguirlo le será endiabladamente difícil. El PP tiene 137 escaños. Aun cuando los 32 de Ciudadanos se le añadieran, no le bastaría. Serían 169. A los que entra dentro de lo muy probable que se le sumasen los dos canarios regionalistas: 171. Muchos, pero todavía insuficientes votos para ganar porque la mayoría absoluta son 176 e incluso en segunda vuelta podría tener una mayoría de bloqueo enfrente: previsiblemente a todo el resto de formaciones. Excepto tal vez al PNV, cuyos 5 diputados podrían quizás votar a favor o abstenerse. Si los nacionalistas vascos le votaran que sí, sería presidente, 176 votos, pero si se abstuvieran, no: 171 a favor, 174 en contra y 5 abstenciones. Ni en segunda vuelta. Y teniendo en cuenta que las elecciones regionales vascas serán en unos pocos meses no parece muy probable que el PNV vaya a pactar dar el “sí” al “monstruo españolista”, no sería una buena manera de iniciar su precampaña electoral. Así que, en resumen, a menos que consiga todo ese bloque de síes, que es muy complicado, Rajoy necesitaría del PSOE para ser investido. Y esperarlo no entra dentro de lo razonable. ¿Entonces iremos a terceras elecciones? Poder, podría ser. Pero también entra dentro de lo posible que si Rajoy perdiera la investidura, acto seguido el PSOE anunciara que facilitará la  de otro candidato conservador, o candidata más bien, y así vender a sus votantes que ha “eliminado” a Rajoy por el bien de la democracia y el etcétera habitual de los demagogos populistas, y así no forzaría a la vez la convocatoria a nuevas urnas, lo cual, con razón, le aterroriza. Y una opción final, posible pero todavía más improbable: Rajoy cae y Pedro Sánchez, acuciado por las hachas que en el seno del PSOE quieren decapitarlo, opta, de perdidos al río, por ofrecer un pacto a Podemos, confiando con que -o pactando sin decirlo- que los nacionalistas-independentistas se abstuvieran para investirlo presidente.