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Es casi enternecedor oír y leer algunas interpretaciones de las elecciones catalanas. Así que dejémoslas. Vayamos al asunto. Los comicios son eso. Elección de parlamentarios. Lo del plebiscito era una -como dije en mi anterior artículo- de las tonterías de Artur Mas que tanto le gustan y que le acaban yendo peor que mal. Es su problema y allá él y su partido que ha pasado de tener en tiempos mayoría absoluta a escasos 30 escaños propios dentro de la cosa rara de la coalición entre imposibles con un número 1 que más inútil no puede ser. Lo dicho, al asunto. El Parlamento catalán tiene 135 escaños. De los cuales ahora habrá 72 que quieren segregar Cataluña de España. Que las interpretaciones no cieguen la evidencia: ahí hay un problema político serio, muy profundo y que no se arreglará, ni por remota aproximación, con Constitución, leyes, amenazas y mucho menos todavía con las sanchezadas del líder del PSOE, el maestro de la nada, tan vacuo que por comparación acabará por hacer parecer un estadista a su antecesor José Luis Rodríguez. Cómo está este país que en la noche electoral en la que se conoce que han ganado claramente en una parte del territorio los que desean romper la unidad, ni el presidente del gobierno ni el jefe del estado tienen tiempo para decir unas palabras. Nada. Silencio. Como si fueran unos comicios de esos tontos, chorras, que nadie sabe por qué se hacen, verbigracia los autonómicos de Baleares. Si lo que desean Rajoy y Borbón es no dar más relevancia al siete que han hecho las urnas catalanas a España, deberían saber a estas alturas que no mirar ese problema no lo resolverá. Llevan mucho tiempo sin querer mirar a Cataluña. Tampoco lo harán ahora. Pero al menos deberían tener claro que su inacción e incapacidad es una parte considerable de ese problema. ¿Y ahora qué? Pues la verdad es que nada. Nada al menos hasta que pasen las elecciones generales. Cuando se haya formado un nuevo gobierno central, que será en coalición o en minoría, entonces sí sabremos hacia qué camino puede embocar España, y si Cataluña podrá poner en valor esa fuerza separatista o no.