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La concejala de Tonterías y Terrazas del ayuntamiento de Palma ha anunciado que va a ganarse a pulso el nombre de su negocio y no renovará el permiso de terrazas de cafés en el paseo del Borne. Para, dice, “recuperar el paseo para la ciudadanía”. ¿Nos lo habían robado? No, claro. Pero alguna tontería debía decir para justificar la otra que había anunciado. Por supuesto no existe ninguna razón lógica para esta decisión. Ni puñetera falta que les hace. Los de Podemos -incluidos sus sucedáneos de Cort- son así. Con la concejala pasa lo mismo que con sus compañeros del Parlamento que en las dos sesiones que se han celebrado hasta ahora han desfilado, cada vez, como si lo hicieran en el Día del Orgullo Zarrapastroso. O igual que ocurre con la presidenta de la Cámara, Xelo Huertas, del mismo partido, que se lanzó a un discurso de inicio de legislatura de chúpate-ésa-que-para-demostrar-mínima-educación-ya-están-los-otros. En todos los casos es lo mismo. Que ni los periodistas ni los otros políticos -no ya sus aliados, Més y PSOE, sino ni siquiera sus adversarios: PP, PI i Ciudadanos- se atreven a criticarles su inalienable derecho a decir tonterías o vestir al estilo zarrapastroso militante reivindicativo. Por eso en el PSOE, a pesar de que se les ponen los pelos como escarpias al oír las genialidades de la concejala de Tonterías y Terrazas, no dicen ni pío, no sea que los del Corpus se cabreen y les castiguen. Los de Més están encantados porque esto es como una carrera a ver quién la dice más gorda. Y entre los periodistas a ver quién es el guapo que los critica, que luego lo tildarán de casta y ahí se quedará por los siglos de los siglos con el sambenito, o lo harán arder en una pira de la Podemisición. E igualito pasa con la uniformidad cutre zarrapastrosa o la deposición fuera de taza de la presidenta del Parlamento. Todo es uno. Cera del Corpus.