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Se ha roto el PP por su derecha. Ha nacido Vox, el partido ultraderechista que aspira a sangrar a su matriz. Para lo cual ha fichado –tiempo hacía que estaba escrito- a Aleix Vidal-Quadras, el inteligente científico catalán que aún siéndolo no ha podido –casi siempre pasa lo mismo- sustraerse a su gran ego. El dúo se completa con Ortega, un pobre hombre torturado por ETA. De esta forma queda patente el abanico de la oferta ideológica: desde el antinacionalismo radical contra catalanista (Vidal-Quadras) hasta el contra vasquista (Ortega). De esta forma confía la ultraderecha en restar apoyos al PP para darle la sorpresa en las elecciones europeas. Y así, si en efecto en mayo consiguiera el milagro de un eurodiputado, luego podría emular a Rosa Díez y su partido erosionando al PSOE, aunque en su caso, claro está, arañando lo que pudiera al PP. Con el objetivo de obtener escaños al Congreso en el 2015 y determinar el futuro gobierno de Mariano Rajoy. Claro que entre los deseos y la realidad, ya se sabe, suele haber mucho trecho. Hasta el momento al menos, los deseos de los ultras de romper mucho más gravemente el PP se han dado de morros con unas circunstancias que no parecen ser capaces de entender, calibrar y actuar en consecuencia. ¿Pensaban que José María Aznar, Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja y otros ultras del PP les seguirían? La duda es pertinente por cómo han actuado. Y de la duda surge la convicción que si su capacidad de análisis es tan limitada, más o menos por el estilo será el recorrido del partido ultraderechista que han creado. De todos modos, es sociológica, ideológica y políticamente lógico que acabe por cuajar un partido de ese ámbito en España. Lo que ha existido hasta ahora han sido reverberaciones del pasado que jamás han tenido ni una sola opción de nada más que disfrutar de, en palabras de Blas Piñar, “la soledad de los elegidos”. Superada esta fase achacosa, es normal y de sentido común que un nuevo ultraderechismo acabe por cuajar en el país. Moderno, basado mucho en el discurso contra la inmigración, nacionalista castellanista y sobre todo, muy por encima de cualquier consideración ideológica, estratégica y política, con un liderazgo que suene y sea moderno. Que es cómo consiguen sus éxitos este tipo de formaciones en Europa. No con carcamales o pobres gentes que no tienen nada que ofrecer más que su rabia unos, desgracias otros y nada los más.