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Jaume Matas ya ha sido condenado. Cierto es que cabe –y se hará, según parece- recurso a la sentencia judicial condenatoria. Pero no es de esperar una revocación de ésta. O no parece nada probable, al menos. Otra cosa es que se recurra para intentar que se rebaje la pena hasta el límite del ingreso en prisión. Porque, como es conocido, con más de dos años se ingresa en el talego. Y si dentro de unos meses en efecto el Tribunal Supremo no revoca sino que, como mucho, reduce la pena impuesta –como fue por ejemplo el caso de Bartomeu Vicens- el panorama será tremendo para el ex ministro y ex presidente balear. Porque, entre otras razones, todavía le esperan una larga lista de casos en los que está imputado –piezas separadas del matriz Palma Arena- que podrían suponerle más condenas. Y aunque es cierto que las penas hipotéticas no se sumarían sino que debería pagar la más alta, tendría a la sazón la certeza de pasar a la sombra una buena cantidad de años. Y esto es al cabo lo más importante de la sentencia de la primera pieza separada del caso Palma Arena. Su valor de ejemplo para el futuro. Que para tantos otros imputados –y no sólo en este caso sino en todos los de corrupción política en Baleares- el mensaje del tribunal que ha condenado a Matas es meridiano: que tanto la instrucción cuanto la táctica y estrategia de acusación de la fiscalía anticorrupción han sido buenas. Lo cual, recuérdese, ha sido puesto en duda por los principales implicados, ahora condenados, en esta pieza. Es decir, los magistrados que condenan ahora lo que vienen a decir, ni más ni menos, es que toda esa historia de la exageración, persecución, manía, injusticia y el largo etcétera por parte de los pérfidos juez instructor y fiscales contra los principales acusados no pasan de ser meras opiniones sin base alguna y que por tanto no cuentan para nada. En resumen: se ha condenado a Matas pero de hecho son muchos los imputados por corrupción que a partir de hoy mismo han recibido un duro varapalo al quedar validada la instrucción y la acusación fiscal.