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Nunca he visto un programa de los que protagoniza la famosa Belén Esteban, esa princesa del pueblo que se viste igual que la princesa de Asturias. Sin embargo el éxito popular del negocio que lleva el nombre de esta mujer supera el ámbito estricto de la tele basura para entrar en la catalogación de fenómeno social. A su éxito se ha dedicado alguna tesis doctoral –sería interesante leerla, no imagino cómo pueden llenarse un par de miles de sesudos folios hablando de alguien tan soez, vacuo e ignorante- e incluso parece haber sido motivo de una encuesta que la situaría como tercera “fuerza política” en intención de voto. ¿La Esteban es el síntoma de la degradación del país? ¿Su éxito es el fracaso de instituciones y partidos políticos? Así se dice, pero no hay que exagerar. En todos los países hay “frikis” como ella. Son marionetas bien pagadas para el negocio televisivo. Son lo que son y no se representan más que a sí mismos. Cuando los han exprimido les dejan en la cuenta de la que los sacaron.