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Letizia rompe moldes. Es odiada como pocas mujeres en este país. Los defensores del protocolo rancio de la monarquía la ven como una bomba de relojería. Ahora que se disparan los rumores sobre la enfermedad del rey y de la futura sucesión, Letizia se está situando en plena tormenta. Un libro que sale a la venta estos días la retrata como poseedora de un oscuro pasado. En internet son legión los que la hacen pasar como una especie de monstruo ambicioso y sin escrúpulos. No son pocos los que temen el momento en que su esposo se convierta en futuro rey, porque a la sazón, por culpa de ella, ven como inmediata la república. Ojalá sea cierto. Al menos hay que reconocer que la dicharachera reportera reconvertida en sacrificada aristócrata por casorio -¿“tú crees que esto son vacaciones?”- está haciendo todo lo que está en su mano para alumbrarnos tan deseado futuro, que nos saldría muchísimo más barato que el coronado presente.