Son Banya o la historia policial interminable

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La Policía Nacional ha asestado un nuevo golpe a los narcotraficantes del poblado de Son Banya, con la detención de ocho sospechosos que controlaban el conocido punto de venta ‘Las Vega’, que ya fue demolido en una ocasión por las grúas municipales y que los delincuentes volvieron a construir (por cierto, sin la ‘s’ final original del letrero). No cabe duda de que todos los esfuerzos policiales, no solo los de la Jefatura palmesana, sino también los de la Policía Local y los de la Guardia Civil, son muy necesarios para acabar con el llamado ‘supermercado’ de la droga. Sin embargo, a nadie se le escapa que a cada redada le sucede un nuevo orden en el poblado y otros traficantes toman las riendas. Es, en definitiva, la historia de nunca acabar. La capacidad de los hampones para sobreponerse a cada golpe policial es realmente asombrosa y tras la caída de ‘La Paca’ y sus hijos ‘La Guapi’ y ‘El Ico’, llegó una nueva generación de narcos, que han optado además por una confrontación directa con el Ajuntament de Palma y el alcalde Jaime Martínez.

Impunidad urbanística

De hecho, Cort y los clanes se cruzaron golpes durante semanas, cuando las operarios municipales derribaban las casetas ilegales y, al día siguiente, los residentes ya las habían vuelto a levantar. Se trató, sin duda, de un pulso que han acabado ganando los delincuentes que controlan el tráfico de cocaína.

Distintas respuestas

El espinoso asunto de Son Banya no puede abordarse solo desde el punto de vista policial. Ni incluso el judicial, porque los traficantes condenados son reemplazados por otros con pasmosa facilidad. La problemática de aquel gueto tiene, también, una vertiente política y otra social, y las administraciones deben ser valientes a la hora de afrontar posibles soluciones. En pleno siglo XXI no se puede permitir un poblado como el de Son Banya en Palma.