Significativos golpes de Ucrania y la reacción rusa

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En los últimos días la inteligencia ucraniana, siempre muy activa, se ha adjudicado dos golpes significativos contra Rusia, que tres años después de la invasión de aquel país todavía no ha conseguido doblegar a las tropas de Kiev. En el primera de las operaciones, drones camuflados en camiones fueron introducidos con sigilo y de forma magistral en territorio ruso y después los operadores los hicieron volar contra aeródromos, donde inutilizaron decenas de bombarderos estratégicos del Kremlin, incluidos algunos con capacidad nuclear. La denominada ‘operación Telaraña’ ha sido una de las más audaces de toda la guerra y el daño económico para el ejército de Putin se cifra en miles y miles de millones de dólares. Los cientos de drones de Zelenski infiltrados tras las líneas enemigas asestaron un golpe casi mortal a la aviación rusa y, lo que es más importante, al orgullo propio de Moscú, que se vio humillado de nuevo por un ejército infinitamente más débil. Pero hay más. Poco después, una brutal explosión submarina dañó el famoso puente de Kerch, que conecta Crimea, y que es una obra de ingeniería clave para la Federación rusa.

Tocados, pero no hundidos.

La conclusión que los analistas internacionales sacan de estas dos brillantes acciones, es que la capacidad militar ucraniana, a pesar de los continuos reveses en la primera línea del frente, sigue intacta. Y que Kiev puede golpear en cualquier lugar de Rusia con relativa facilidad y con efectos devastadores.

Sin perspectivas para la paz.

Las acciones de Kiev cobran un valor añadido porque los dos países enfrentados no han conseguido sentarse en una mesa de negociaciones y avanzar en el camino de la paz. Putin piensa doblegar por la fuerza a Zelenski, pero el ucraniano le está dejando muy claro que solo con el músculo militar no acabará el conflicto. Toca, pues, negociar.