Poner fin al desafío de los narcos en Son Banya

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En cuatro ocasiones, en las últimas semanas, el Ajuntament de Palma ha acudido a Son Banya para derribar las casetas ilegales que levantan los narcos para vender droga impunemente. Y a cada derribo, los traficantes han contestado con un claro desafío y han levantando, en pocas horas, otras chabolas sin ningún tipo de licencia. El martes, una grúa, operarios y una comitiva policial irrumpió en el poblado y tiró abajo la conocida como ‘caseta españolista’, que los clanes habían pintado de rojo y amarillo con la delirante creencia de que no sería derribada «porque somos unos patriotas». Pero una vez más a las pocas horas de marcharse los agentes y los técnicos de Urbanisme, volvieron a levantar otra construcción. La actitud chulesca de los vendedores de droga, con frases del estilo «este es nuestro territorio y aquí hacemos lo que queremos», se ha topado con la perseverancia de Cort, que no quiere ceder en esta batalla incierta. Lo cierto es que el Ajuntament acierta al acabar con la impunidad urbanística en el gueto, pero lo que no resulta lógico, desde cualquier perspectiva, es este extraño juego con cargo a los contribuyentes.

Más vigilancia.

Es evidente que la única solución posible es que la Policía Local mantenga una vigilancia constante sobre el poblado, y que se detecte cualquier construcción al momento. Si se pudiera identificar a los autores, aunque sean insolventes, se avanzaría en la resolución del misterio de las construcciones ilegales en Son Banya.

Bloquear el poblado.

Y en último extremo, la policía tiene un as en la manga infalible: el bloqueo temporal del poblado. Se ha demostrado, a lo largo de décadas, que es la única forma de que los narcos entren en razón. El perjuicio económico es tan sangrante que en solo unos días las pérdidas son inasumibles para los clanes de la droga.