El ‘caso Calanova’ se diluye en un juicio demasiado tardío

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El ‘caso Calanova’ ha terminado en una sentencia absolutoria dictada por la Audiencia Provincial que constata que los indicios que afloraron durante la instrucción contra el exconseller Carlos Delgado no cristalizaron en el juicio. En gran parte porque la vista oral se celebró once años después de que ocurrieran los hechos y cuando la instrucción había terminado hacía cinco años. Es muy difícil que cualquier testigo sea preciso sobre unos hechos tan alejados en el tiempo y esa certeza la echan en falta los magistrados en varias declaraciones importantes.

Sospechas iniciales

Las acusaciones planteaban que Delgado benefició a su actual socio de despacho profesional, el abogado Carlos Gelabert, y permitió que este ingresara en apenas diez meses 200.000 euros. La clave del amaño habría sido permitir que la empresa ganadora del concurso modificara los amarres para incluir embarcaciones de más de 15 metros, lo que le permitió hacer una oferta mucho mayor que el resto de aspirantes. La sentencia no entra a valorar si se podía o no hacer eso, sino que descarta que Delgado y Gelabert tuvieran algo más que una relación profesional y que se influyera en los distintos miembros de los consejos de administración.

Más allá del juicio

El final del proceso penal, el tercero que supera Carlos Delgado, no zanja el tema Calanova. Queda pendiente un recurso contencioso contra la adjudicación. El Govern deberá defender que toda la actuación fue correcta y ahí sí que se valorará el tema de los amarres. Lo cierto es que la privatización de Calanova ha convertido el puerto en otra instalación de lujo vedada casi para clientes locales, sin conseguir que la escuela de vela recupere antiguos esplendores. El Govern, que cambió de abogado de forma sorprendente a mitad de juicio, arriesga en el contencioso una posible indemnización millonaria.